ANA BASANTA

ANA BASANTA
«El debate no es el control de los móviles, sino el de construir educación y escuela en tiempos digitales», explica el psicólogo, educador y periodista en su último libro. Comprender al adolescente, su mundo, sus necesidades y acompañarlo durante un tiempo para ayudarle a construirse son algunas de las claves que propone Funes para que niños y jóvenes se conviertan en ciudadanos y ciudadanas que tengan criterio propio y que sean menos dependientes de las redes.
En general, ¿el mundo adulto tiene interés en comprender y en acompañar la relación entre adolescencia y móviles?
El mundo adulto es muy diverso, y el de los adolescentes también, pero puesto que los adolescentes hacen preguntas impertinentes y que te ponen en crisis, entrar en el debate de los móviles, de las pantallas o del mundo digital, es entrar en un territorio inseguro porque el adolescente muy probablemente sabrá más que tú. Si tienes criterio, no puedes decir que no utilice TikTok, por ejemplo, si no conoces TikTok; le puedes decir míralo, pero con este filtro, o mejor infórmate en ese otro sitio. Es mucho más sencillo imponer criterios limitadores, ‘Si no tenemos el aparato, no tenemos problema’, pero algún día tendrán que aprender a relacionarse con aquella realidad. En el imaginario adulto, empezando por el imaginario político, cuando deben regular, lo primero que hacen es decir a qué edad lo prohibimos. ¿Qué esperaron ellos a beber alcohol hasta los 18 años?
Recientemente, en una clase de sexto de primaria, una chica de 11 años me explicaba que ya era tiktokera. La discusión es, ¿alguien se ha parado a ayudarla a descubrir que hay detrás de esto? Sería más fácil que no hubiera tenido el aparato, pero ¿quieres decir que no habría ido a la calle a bailar break dance o que no habría hecho otra cosa? Y entonces estaría la preocupación de que está en la calle.
¿Existe miedo y desconcierto ante el uso de las nuevas tecnologías por parte de la infancia y la adolescencia?
Por lo general, cada vez que hay una novedad descoloca al mundo adulto, los adolescentes se lo apropian y los adultos entran en pánico y comienzan a pensar que regular, poner normas, funcionará. La discusión es cómo debe ser la escuela en la actualidad. A menudo se habla de la relación con la salud mental y las adicciones a las pantallas. Si yo acabara hablando de la adolescencia sólo por los casos clínicos, entre comillas, de los que me he ocupado, estaría haciendo una falsedad, porque una cosa es que yo vea a un chaval con muchas dificultades y otra es afirmar que las pantallas complican la vida de los chavales. Son dos cosas distintas.
La lucha por regular esconde la enorme dificultad de pararse a pensar cuál es la esencia de la educación
Ahora, si en una vida complicada yo coloco a un determinado producto, químico, digital, relacional, lo que sea, es posible que complique la vida. Si una chica que está intentando aclararse consigo misma, no encuentra su sitio, quiere ser la guapa correspondiente y tiene dificultades para hacerlo, el universo digital al que cada día está sometida al juicio de si es guapa o no y de si tiene más likes, puede complicarle la vida. Pero no es que la pantalla le complique la vida, es que tiene una enorme dificultad para construirse. Lo que tienes que hacer es recordarle que es mucho más que lo que está diciendo la pantalla, debes convencerle de que es una tía estupenda.
¿El debate no debería ser tanto ‘móvil sí, móvil no’ sino cómo educar en el humanismo y cómo evitar el individualismo? De hecho, antes de ‘No sin mi móvil’ escribiste ‘El humanismo en tiempos digitales’.
Sí, es necesaria una reflexión. Cuando dicen que la tecnología deshumaniza, se les debe preguntar ¿se han aclarado sobre qué significa ser persona? ¿Y dónde se aprende a ser persona?, porque si no se hacen esta pregunta siempre estaremos discutiendo sobre cómo utilizar las pantallas, si hay un uso escolar o no… Señor político, ¿qué tipo de ciudadano espera que sea su hijo, o el alumno?
En el debate sobre si los jóvenes de hoy son más fachas que los de antes, podemos realizar un nuevo taller sobre educación por la democracia, pero… ¿Usted ha educado para que le duden? Si usted no educa para decir, de entrada todo lo que te cuentan es mentira y tú debes descubrir dónde está la verdad, en función de tus amigos, tus intereses, tu futuro… No está educando en poner la atención en que le están engañando. Hay talleres que están muy bien sobre comprobar si una noticia es cierta, pero antes se necesita una previa.
Hablaríamos de pensamiento crítico. Uno de los temas que comentas en el libro ‘No sin mi móvil’ es cómo las plataformas digitales piensan en hacer negocio y cómo la educación es una herramienta contra el mercado. ¿El papel de la escuela debería ser que el alumnado se convierta en ciudadano y no en consumidor?
Vivimos en un mundo en el que cualquier necesidad humana se ha convertido en un negocio y, ahora, además, el mundo del capitalismo digital tiene como misión crear necesidades, hacer que la persona necesite aquello y que no pueda vivir sin ello y dar respuesta a esa necesidad. Existe un debate clásico sobre la adolescencia: la felicidad. Desde que tenemos una adolescencia obligatoria…
¿Qué significa adolescencia obligatoria?
Ahora no queda más remedio, antes había chavales trabajando con 14 años, pero ahora entre los 14 y los 18 no hay más ocupación vital que ser adolescente. Cuando empezaba a trabajar con adolescentes y definía qué es un adolescente, decía que es una persona feliz, ese ansia de felicidad es inherente a la condición de adolescente actual, aquí e incluso donde no tienen recursos. Si colocas aquí el mercado, automáticamente el mercado se dedicará a dar satisfacción a una felicidad del adolescente que le habrán construido. No necesariamente es ir vestido de una determinada manera o maquillarse a los 14 años, pero si el mercado construye esta realidad, la sensación del adolescente de sentirse bien o mal consigo mismo depende de una necesidad de felicidad que le han construido. Nadie le ha dicho que la felicidad es estar al lado de una persona que te hace sentir maravillosamente bien mirando el sol o no sé dónde. No, el lunes por la mañana debes sentir que te digan que eres guapísima o guapísimo y debes entrar en clase como la reina del mambo.
Lo que debemos preservar es la creatividad
Recuerdo, hace años, cuando discutíamos sobre la relación entre el cannabis y la definición de felicidad. Si un chaval por sentirse bien sólo puede estar fumando porros, lo tiene mal; si sólo puede sentirse bien bebiendo alcohol, fatal; si usted sólo puede sentirse bien con muchos amigos que le digan que estás muy bien, fatal. Debemos entrar en estos debates. Ahora están discutiendo en el Estado la puesta en marcha de una ley sobre protección digital en la que se propone prohibir las redes antes de los 16 años. ¿No podrían hacer el favor de decir para qué sirve una red y dónde está el problema de la red? Y aquí entra el algoritmo de los señores de Meta. ¿Por qué no gastan sus esfuerzos parlamentarios en obligar a los señores de Meta y compañía a que dejen abierto el código o que no puedan recoger datos de personas menores de edad? De esta forma, la mayoría de las dificultades que ustedes plantearán no existirán. Y, además, debes educar al sujeto para que no se deje engañar.
¿Cómo se hace?
He comentado en algún artículo que el capitalismo digital necesita a la izquierda protectora. Es decir, mientras nos dedicamos a proteger falsamente, no nos dedicamos a enseñar a pensar, a descubrir dónde está la trampa, qué es lo que estás viendo… Las redes ya inventarán otra cosa, pero nosotros lo que debemos hacer es educar a las personas para que verdaderamente sean menos víctimas o tengan menos probabilidades de depender de lo que se está definiendo. Ni Google Education tiene interés en la educación, por mucho que lo venda; tiene un negocio en el mundo de la educación.
¿Qué sentido tienen los protocolos sobre el uso del móvil en la escuela?
Normalmente, yo soy objetor de protocolos, a pesar de haber formado parte del primer protocolo sobre malos tratos y abusos de niños cuando estaba en el síndico de defensor de la infancia. Que tengas una norma para regular la convivencia en la escuela puede ser más o menos útil; que en la escuela exista una regulación sobre cómo utilizarlo, cada escuela en un determinado momento tiene una capacidad u otra de gestionar la convivencia. Una parte de las escuelas quiere que esto lo haga el Departamento de Educación para no tener que discutir con los padres, pero la piedra no la van a quitar, porque siempre hemos tenido que explicar a los adolescentes el porqué de las normas y siempre hemos tenido que dialogar, discutir, consensuar. ¿Cómo adaptas las respuestas a las situaciones? Ya había institutos con protocolos y pautas de uso, con una regulación que ayuda, aunque para un adolescente, la norma está para saltársela.
A mí lo que me preocupa son dos cosas, una es cómo situamos el móvil en el mundo del aprendizaje, si no queda más remedio que educar y enseñar en este universo digital en el que utilizamos multiplicidad de pantallas, no podemos destinar el móvil sólo a un tipo de actividades. No puede ser un instrumento ajeno a la escuela que sólo sirve para las cosas que supuestamente los adultos consideran que son malas. El otro universo es cómo lo dedicamos a estudiar: ¿Qué hacemos con los adolescentes que en la esquina, a última hora de la tarde, recuerdan que deben hacer los deberes, los hacen colectivamente con el móvil y los cuelgan colectivamente en los class room?
Comentas en el libro que la interconexión también lleva a factores positivos que tienen que ver con movimientos sociales, movilizaciones. Al leerlo, pensaba en el movimiento mundial ecologista #fridaysforfuture, o en las protestas conocidas como la Primavera Árabe, todo muy liderado por jóvenes y éste es un factor del que menos se habla.
Fuimos ilusos y pensamos que esto sería posible, hasta que la industria se desarrolló y dijo ‘qué rollo es éste del movimiento colectivo’. Nos estamos dando contra la pared porque, en realidad, lo que pretenden es que el móvil sea de uso personal para sentirte bien, y no desarrollan ninguna aplicación que te obligue a hacer cosas juntos. Si no desarrollas una aplicación de uso comunitario y realizas trabajos de grupo –ya sabemos que habrá la pelea de quien hace más o menos–, no educas en trabajar en grupo. Si no introduces la idea escolar comunitaria de aprender en colectivo, se agudiza lo de ‘yo aprendo solo, no necesito a nadie’.
En la clase de sexto que comentaba que fui el otro día, y donde los alumnos ya utilizaban el ChatGPT, me preguntaban, ‘¿por qué tengo que estudiar el próximo año en el instituto?’ Y yo les decía, ‘es que si alguien sabe más, te explotará’. Y cuando yo preguntaba, ‘¿cómo sabes si algo es verdad o no?’, me decían, ‘ya me lo dice todo el ChatGPT’. Pero tú tendrás que pensar antes de que piense el otro por ti.
¿El mundo adulto, que ya hemos dicho que es diverso, es un buen ejemplo en cuanto al uso del móvil, de las pantallas y de la responsabilidad ?
No, no es un buen ejemplo. Aquí está la discusión de que la escuela no está para arreglar el mundo, pero al menos deben ver otro tipo de adultos para que más allá de su universo digital haya una relación activa y no pasiva, que intenta discutir, investigar… Si hoy saber es saber navegar, en ese saber debes llevar tú el timón, para que no te obliguen a navegar por otro sitio. ¿Dónde demonios se aprende este criterio?
¿El papel de la escuela debería ser el de generar estos buenos hábitos?
La discusión ya no es qué deben aprender, sino que deben tener deseo de aprender, que no pueden dejar de saber y cómo entender ese saber. ¿Qué significa educar en el pensamiento científico hoy? ¿La evidencia científica de los estudios que estudian la variable X con otra? ¿Cómo ayudamos a que tengan ganas de descubrir por qué pasan las cosas? Hemos pasado de dar respuestas a problemas que no tenían a dar respuestas sin que hayan hecho preguntas.
La escuela hoy en día debería ser el espacio de la seducción para que tengan ganas de preguntarse, de expresarse, de comunicarse, pero saber n hecho u otro es posterior a decirse ‘¿Y yo por qué debo saber esto si ya tengo el ChatGPT?’
¿La alfabetización digital de la que hablas en el libro iría por ahí?
Iría por ahí. ¿Cómo preservar la creatividad, no sólo en la adolescencia, también en la infancia? Cuando ves a niños pintando con colores, es maravillosa la creatividad infantil, pero qué inconveniente hay en que aprendan que si van mezclando colores en una pantalla pueden llegar a crear 50.000 veces un color, mientras no se lo haga la pantalla, mientras que sea él quien vaya probando. Y, además, si han encontrado un color, pueden enviarlo a su madre, pueden imprimirlo y si me apuras pueden enviarlo a una impresora 3D. Lo que debemos preservar es la creatividad, las ganas de ser yo quien me expreso. Leer ya no es lo mismo, ahora los libros también se escuchan con los audiolibros, no sólo se lee abriendo un libro. Tú puedes no leer. Lo importante es imaginar, descubrir los universos que le están contando.
La lucha por regular según qué cosas esconde la enorme dificultad de pararse a pensar cuál es la esencia de la educación o cuál es la esencia de la condición humana. Para mí, la discusión es que mañana me van a pedir por qué son fachas, porque tú no te has parado a educarles para pensar. No hace falta que le enseñes la democracia, la democracia no se enseña, se practica. El día en que el adolescente descubre que el mundo es una mierda y está en contra de todos, de todos los adultos, debe descubrir que si se descuida, el mundo se lo definirá otro, se lo definirá el móvil, se lo definirá Google; si no acepta que su padre le diga cómo debe ser, ¿por qué acepta que el universo digital le imponga la forma de ser y la forma de relacionarse?
¿Cómo educar en no dejarse influenciar?
¿Cómo educar si no le educan para que el mundo no se lo defina otro, no se lo defina el poder digital? Son personajes que dependen de un mundo definido, de forma muy amable y estética, el capitalismo. Se rebota contra el padre, contra el profe, contra la poli, y no se rebota contra quien realmente les está imponiendo una forma de vida.
La escuela hoy día debería ser el espacio de la seducción para que tengan ganas de preguntarse
¿Nos falta entender la mirada adolescente?
El mundo debe también ser regulado con criterios de infancia y adolescencia. Como mínimo, hay que pararse a pensar cómo ayudo a este chaval durante un cierto tiempo para que sepa vivir en este mundo, que domine las competencias necesarias. Hay un tiempo que no es escuela, pero que es educativo, ¿por qué no pides ampliación de la capacidad de influencia de adultos positivos a su alrededor, por qué no pides que el casal de jóvenes sea atractivo, o que el pediatra tenga ganas de dedicarse a hacer de pediatra y no de aplicar un protocolo sobre las pantallas? ¿Por qué no te dedicas a que el resto de adultos se ocupen?
Hay material para otro libro…
Es bueno que haya observación sistemática en el aula, no para ver dónde están los problemas, sino para identificar sus vidas. ¿Qué sé yo de este universo con que entran cada día?
No nos engañemos, el discurso oficial sobre la escuela secundaria y la adolescencia cada día es un abismo de separación, cada día es más distante. No podemos seguir separando la escuela del mundo adolescente. La situación del malestar docente es muy compleja, antes te preparabas la clase, pero hoy, la incertidumbre de lo que va a aparecer es enorme. Una parte del profesorado tiene la sensación de que no sabe lo que debe hacer. Si yo estoy en una clase de sexto y me entero de que los alumnos hacen los deberes con el ChatGPT yo no puedo ignorarlo, tendré que preguntar si lo han entendido, tendré que hacer entender por qué sirve multiplicar o por qué sirve la comprensión lectora.
Fotografía: Pol Rius.