El imperativo existencial de los diarios

Análisis de algunas de las razones que impiden a la prensa diaria evolucionar en la esfera digital

EDUARDO LÓPEZ ALONSO

Las grandes cabeceras informativas españolas han cambiado en los últimos años y se enfrentan a la transformación definitiva en los próximos ejercicios. Para los que hemos vivido la transición de los medios de comunicación en los últimos 40 años no deja de sorprendernos lo rápido que han pasado esos decenios. Ya no queda nadie que recuerde lo de pasar fotos entre Barcelona y Madrid con un cilindro que daba vueltas y escaneaba una foto en papel revelada en cuarto oscuro, los teletipos impresos que se perdían y las máquinas de escribir que obligaban a redactar a la primera.

Las causas del declive

Lo cierto es que la muerte del papel mil veces anunciada ahora sí que parece creíble a corto plazo. Pasar de vender 300.000 ejemplares a vender 15.000 tiene consecuencias a las que los editores no han sabido aportar soluciones o estrategias efectivas. Llegué a la prensa en pleno boom del periodismo económico y el asunto se empezó a truncar progresivamente. Las crisis llegaron primero de la guerra comercial con promociones cada vez más costosas, después llegó la competencia de los gratuitos, el cierre de los puntos de venta, la competencia de las radios y televisiones, la web y las redes sociales, la dependencia de los buscadores y de Discover y ahora la amenaza de la inteligencia artificial como respuesta automática para cualquier búsqueda.

La trampa de la doble escala salarial

Quizá una de las trampas más notorias en las que cayeron los comités de empresa y las direcciones de los diarios fue la creación de dobles escalas salariales ante la caída de ingresos, con lo que el salario de los periodistas se ha ido devaluando al mismo ritmo que sus cabeceras. La desvinculación de los diarios de las rotativas restó fuerza de negociación colectiva. Los repetidos ajustes de plantilla, la salida de los periodistas de más edad, la precarización creciente y la reorganización de los recursos humanos lastra todavía más las organizaciones periodísticas.

Periodismo ‘online’

Hace algunos años, más de una decena, describí en este blog la transición que se estaba produciendo en los diarios con la relevancia de las ediciones ‘online‘. En aquellos tiempos se impuso la idea de que el periodismo ‘online’ era de segunda categoría, pese a que los mismos profesionales pasaban a un lado u otro de la redacción. Al final se confirmó el ‘todos somos online’.

El alarmante ‘copypaste’ firmado

La irrupción ‘online’ comportó cambios de organización notables, que han diferido de unos medios a otros pero que ha estado marcada en general por una mayor necesidad de inmediatez (¡publica y amplía, rápido!) y un creciente peso en los medios de información poco elaborada y de periodistas cada vez más adaptados al ‘copypaste’ firmado.

Exceso de planificación

Curiosamente, pese a esa necesidad de inmediatez, se percibe menor sensibilidad ante la noticia en las redacciones frente a la planificación informativa. Muchos planes y programación de publicaciones y menos adaptación rápida ante la actualidad.

Todo por el ‘click’

Quizá una excepción a esa insensibilidad a la inmediatez sean los directos, esas piezas de éxito para todos los diarios y de moda desde hace años. Son informativas y útiles para los lectores, exigentes en mano de obra, pero que ejemplifican la deriva actual que prioriza la captación de lectores más que el texto profundo. No suelen aparecer en las portadas. Al menos, captan tráfico en internet de manera honorable, mientras otras piezas para la web reniegan del concepto noticia para ser explicativas, tópicas, morbosas y hasta ridículas. Todo por el ‘click’.

Redacciones silenciosas

Pero entre los periodistas sigue habiendo de todo, con trabajos de calidad ocultos en el mar de informaciones serias y de las otras, pero el ‘backoffice’ gana por goleada ante la necesidad de planificar esfuerzos y buscar el apoyo de los motores de búsqueda y los agrupadores de informaciones. Al final, proliferan los profesionales aislados del contexto social al que deben fidelidad, escasa correlación entre el potencial lector y la labor cotidiana, poco trabajo en equipo, creciente impulso informativo arriba abajo y menos iniciativas de las deseables por parte de los reporteros, que son cada vez menos. Redacciones silenciosas y aparentemente inmunes a la competencia interna y con otros medios.

Caída de las audiencias

Las consecuencias de este panorama son catastróficas. Las estadísticas de entradas en la web son demoledoras para todos los medios, ya que premian más la cantidad que la calidad. Solo el 10% de las noticias de mayor lectura son más o menos de relevancia periodística. La vinculación de las noticias de éxito con el perfil teórico del lector-cliente interesante para el diario se ha roto y con esa rotura el interés publicitario de las cabeceras se ha desplomado. Parece un camino sin retorno –ojalá no– ya que las cabeceras son prisioneras de los objetivos de audiencia. Si los lectores no llegan por fidelidad a los diarios no es posible crear un perfil interesante para los anunciantes. Y esa premisa fue la primera que se traicionó hace ya años.

Inteligencia artificial

Para colmo de males, las últimas tendencias derivadas de la implementación de la inteligencia artificial apuntan a que el tráfico de lectores a los medios va a sufrir un nuevo desplome generalizado. Las búsquedas de información se van a ver satisfechas por la elaboración de textos automatizados y elaborados por las nuevas aplicaciones de inteligencia artificial. Los buscadores no ofrecerán resultados de los medios, son capaces de generar sus resultados y textos por si mismos. Un articulo de ‘Wired’ ‘ChatGPT está acabando con el modelo comercial de internet’ se ajusta bastante a la situación previsible.

Fidelidad al medio

Solo vale como esperanza que los lectores elijan los medios que quieren consultar (que se fíen de su ‘agenda setting’). La prueba del algodón es que la lectura de una portada de internet ofrezca la visión de lo importante de la jornada en dos ‘scrolls’. Si pasados esos pantallazos es necesario bucear en otras webs para saber qué pasa en el mundo es que esa cabecera puede estar fallando como medio de información general. Actualmente, los lectores llegan por Discover o por redes sociales y buscadores en su práctica mayoría. Y las barreras de pago no sirven, ya que existen múltiples formas de ver los contenidos sin pagar.

Confianza de los lectores y anunciantes

Las grandes cabeceras informativas siempre han proclamado la necesidad de redefinir sus prioridades, centrándose en contenidos únicos y originales en lugar del constante ‘copypaste’ de información más o menos cuidada y vistosa que en el fondo se encuentra en todas partes. Defiendo que es imprescindible fidelizar a la audiencia con contenidos (más allá de por la estética, pero también) y jerarquizar la información con criterios periodísticos (¿qué es lo más importante de la jornada?). Generar confianza. Construir marcas creíbles más allá de envoltorios y actos de autobombo. Pese a abrir mucho la boca en esta línea, en la práctica todo esto no se ha convertido realmente en estrategia editorial en ningún medio. Cierto que el número de suscriptores es un indicador de fieles seguidores, pero los medios tienden a traicionar esa confianza con contenidos genéricos y frívolos para redondear el paquete informativo. En esas circunstancias, tengo la sensación de que la apuesta política de los medios debe ser clara para conquistar confianzas.

La IA y el imperativo existencial

El avance de los grandes modelos lingüísticos –y el riesgo de que se reduzcan aún más las visitas y los ingresos publicitarios— puede hacer que pronto las visitas directas al medio por parte de los lectores sean un imperativo existencial. Un objetivo prioritario.

Publicación original: PAIOS.

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