GABRIEL JARABA
Ya es conocida mi disconformidad progresiva con la involución de Twitter hacia X y mi animadversión hacia la figura de Elon Musk. A menudo he expresado mi incomodidad por estar en esa plataforma por temor a que mi imagen digital pueda ser contaminada por su suciedad y la de su dueño. Ahora leo que Anne Hidalgo, la alcaldesa de París de origen español, se va de Twitter y lo hace público con una argumentación clara y rotunda.
Porquoi je quitte Twitter. Anne Hidalgo.
He pensado y pienso en abandonar Twitter, y por eso he leído con atención la declaración de Hidalgo, hecha pública en un tuit y en una tribuna en Le Monde. Curiosa sensación: en lugar de animarme a dejar X me produce el efecto contrario. Se diría que estoy de acuerdo con la letra pero me desagrada la música. Y, tarambana de mí, me decido a permanecer en esa red que tanto me ilusionó y que tanto me desagrada.
Matar a un ruiseñor: Twitter y la X como necrológica
El regreso de un paleocapitalismo hipertecnologizado y descarado
¿Por qué? Porque llamar “arma de destrucción masiva de nuestra democracia” a una plataforma informativa digital no sólo es una exageración sino una estupidez. Los males que la alcaldesa atribuye al Twitter actual son ciertos, pero no del modo que ella supone. La izquierda europea se empeña en no comprender la comunicación, es reacia a la percepción de la complejidad que implica, compra con pasmosa facilidad la lengua de madera que se ha situado como eje central del discurso progresista. Los pillastres como Musk seguirán haciendo de las suyas mientras los progresistas continuemos pensando en ellos como espantajos de opereta. Las complicaciones de la comunicación en el siglo XXI van mucho más allá de lo que imagina mi admirada alcaldesa de París.
Por eso de momento permanezco en Twitter como observador y sigo explorando Mastodon y Bluesky.
Mis redes: