El regreso de un paleocapitalismo hipertecnologizado y descarado

“Una concepción de la economía y la sociedad que simula ser ultramoderna y liberal pero que se encuentra en los inicios del capitalismo de explotación intensiva del siglo XIX”

GABRIEL JARABA

Lo que nos muestra la crisis de Twitter no son tanto los problemas de gestión de la plataforma o la empresa sino algo de mayor calado: la verdadera mentalidad que subyace en los sectores emergentes de la economía hipertecnologizada de Silicon Valley. No es que el descaro lenguaraz de los potentados digitales incomode, lo inquietante es lo revelador que resulta.

El surgimiento de la web 2.0 fue saludado por muchos como el advenimiento de una nueva era de realización de las promesas ilustradas de la democracia: las posibilidades de intercambio universal de información en red liberarían unas fuerzas de cambio cultural que estaban ya inscritas en la gestación de la Enciclopedia y que ahora, los post-hippies contraculturales, serían capaces de actualizar al haber aprendido las limitaciones que ponían tanto la escasez “natural” de la información como su restricción mediante la falta de libertades. Primero los blogs y después Twitter se convirtieron en los epítomes de esa nueva era, que trajo la tentación del “solucionismo tecnológico”, es decir, la idea equivocada de que los problemas sociales se resuelven con herramientas técnicas. El feo rostro que se nos muestra ahora nos devuelve a una cruda realidad: el cambio transmoderno que se nos prometía ha dado paso a lo que llamo paleocapitalismo hipertecnologizado: una concepción de la economía y la sociedad que simula ser ultramoderna y liberal pero que se encuentra en los inicios del capitalismo de explotación intensiva del siglo XIX.

Soñábamos con unas “smart mobs” (masas inteligentes, concepto de Howard Rheingold) o una “alquimia de las multitudes”, expresión de Francis Pisani, y lo que nos ha saltado al cuello es un Don Tacañón dickensiano. Estas son algunas notas que ando tomando estos días como punto de partida y ayuda para el análisis de esta realidad que parece nueva pero que es más vieja que ir a pie. Se trata de tuits que he ido escribiendo en mi timeline, para mayor recochineo. Están transcritos en el orden con que los emití.

  • Intriga ver cómo el tecnologismo aparentemente avanzado nos trae un paleocapitalismo propio del siglo XIX.

Ha bastado con la irrupción de un caradura para que salte por los aires la imagen seductora de lo que parecía un nuevo modo de trabajar y de relacionarse, inclinado a la cooperación y el intercambio libre. La nueva cultura digital era tan frágil que un simple ordeno y mando la hace quebrarse.

  • El paleocapitalismo que resurge con la hipertecnologización es fruto de la falta de control democrático y de la interpretación neoliberal de lo que fue una utopía que no supo cubrirse ante el poder del dinero.

Los visionarios de la web 2.0 no supieron ver que el gran negocio digital les arrebataría el juguete de sus manos para mantenerlo en las de siempre.

  • El problema del paleocapitalismo que resurge con la hipertecnologización no es otro que el problema constante de la democracia: los poderes no elegidos mediante el voto que pretenden operar con un dinero sin control para que se haga su voluntad.

El poder del talento cooperativo o el poder del dinero, eso es lo que está en juego en el actual proceso de digitalización. El enemigo es siempre el mismo: los poderes que no se presentan a elecciones y fuerzan las decisiones a base de dinero o coacción.

  • Las actitudes autoritarias que afloran con el paleocapitalismo hipertecnológico son denotativas de una cierta concepción de la sociedad. El descaro con el que las muestran, también.

Ese paleocapitalismo muestra su rostro, que se llama el poder del dinero. Y nos dice que el resto son milongas, democracia incluida.

  • Dentro de todo paleocapitalista autoritario (Musk) se esconde un niño malcriado y caprichoso (Trump). “Si no jugamos el partido con mis reglas cojo el balón y me marcho, que la pelota es mía”, viene a decir respecto a Twitter.

O dicho de otro modo, las leyes y las normas las acato sólo cuando me conviene.

  • El paleocapitalismo hipertecnológico es mirado con curiosidad por los jefes de empresa convencionales por mor de la doctrina del shock: ¿cuánta tensión y disrupción son capaces de soportar personas, empresas y sociedades? Twitter es hoy en este sentido un banco de pruebas.

Los actuales Tíos Gilitos de la digitalización son precursores. El terreno que pisan con dudas a pesar de su descaro podría ser suelo firme en el futuro. De ahí el peligro que representan.

  • El paleocapitalismo pre-hipertecnológico lleva años instalado en las redacciones (y ha hundido a algunos diarios). Se parece al nuevo en que desconfía del talento senior, que es respondón, porque le cuestiona su autoritarismo.

Lo que ahora vemos en Casa Twitter de puertas afuera ha sucedido ya hace años en muchos medios y empresas de comunicación convencional. Encegamiento, petulancia, autoritarismo y chulería son la kryptonita que ha hundido el sector de la información. La digitalización no ha acabado con ningún medio, los muertos actuales ya lo estaban antes de los lloriqueos.

  • El paleocapitalismo hipertecnologizado tiene la misma concepción de productividad que el textil manchesteriano en el s XIX; desconoce la creatividad y desprecia el talento y sólo propone explotación. Por esa mentalidad íbamos a tiros por la calle en la Cataluña de los años 20.

En suma, el paleocapitalismo hipertecnologizado es un sistema que cree que la tecnología le protegerá de la democracia y que el poder del dinero debe imponerse sin reglas ni control.

Publicación original: Catalunya Plural.

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