La balada de Paul y Yoko

Como nos enseñó Steven Spielberg, el saqueo de tumbas no es arqueología.

GABRIEL JARABA

Hay suficiente nostalgia y melancolía en la obra de los Beatles como para que ahora nos venga a sorprender “Now and then”, la precaria recuperación de un descarte de sesión que no hubiera sido incluida ni en la cara B de un single de relleno (pero que probablemente habría podido colarse en el doble álbum blanco). La actual operación, sea comercial, nostálgica o ambas cosas, no parece tener objetivos demasiado claros (a no ser que se deba a una transacción entre Paul y Yoko, un do ut des para mantener nivelados los vasos comunicantes).

Que la canción no sorprenda no quiere decir que no sea buena. Ni que no encierre el encanto de los grandes impactos beatlianos signifique que seamos nosotros quienes la descartemos ahora. La colocaremos en nuestra estantería particular junto con los otros trabajos de Lennon, McCartney y Harrison que han dado forma a nuestra vida, porque los beatlianos somos como somos y porque de este pan no vamos a hacer cuscurros para el caldo. Pero los seguidores de los Beatles hemos asistido a demasiados juegos de manos de trileros como para comprar ahora una vergonzante maniobra que caballeros como Brian Epstein o George Martin nunca se hubieron permitido (la boda de John y Yoko en Gibraltar y la correspondiente canción conmemorativa, “The ballad of John and Yoko”, ¿recuerdan?).

Hurgando por los archivos de las grabadoras pueden hallarse piezas preciosas. Quién pillara ahora las versiones pornográficas de los grandes éxitos internacionales que hacía Josep Guardiola en los estudios Gema, escritos de puño y letra y cantados a viva voz para solaz de los músicos de sesión, que como es sabido son unos pillastres encantadores e inofensivos (algunos incunables de este tipo corren por ahí obra de Guillem d’Efak y un servidor). Pero lo hecho hecho está y la actividad de los saqueadores de tumbas no es arqueología, como bien nos enseñó Steven Spielberg.

Fotografía: John Lennon en la película “How I won the war”, de Richard Lester.

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