“No a la guerra, no a la OTAN”

Cuidado con los movimientos telúricos en geopolítica: el cambio de camisa fruto del oportunismo o la necesidad suele arrastrar tras de sí extraños compañeros de cama.

GABRIEL JARABA

Es posible que se produzca una modificación en los mapas geoestratégicos de modo que cambie la distribución de ciertas influencias. Los intereses del tirano del este y del autócrata del oeste pueden derivar en el descorrimiento de algunos velos que dejen al aire imposturas que hoy pasan, si no por ciertas, por lo menos por inevitables. El cambio de camisa fruto del oportunismo o la necesidad suele arrastrar tras de sí extraños compañeros de cama.

Por ejemplo, las izquierdas postcomunistas que se expresan como antiamericanas podrían dejar de serlo si al final la colusión Moscú-Washington deviene inquietantemente estrecha. Quizás veríamos entonces que el llamado antiamericanismo era otra cosa y que  en realidad se trataba de una actitud antiliberal. Una vez subida al carro del autoritarismo y de la imposición de su diktat, la democracia americana, que habría dejado de ser tal, no sería un estorbo para los enemigos de las democracias liberales, ni quienes se reclaman de lo que desde fuera se ve como un postfascismo ni los que parecen creer que la Federación Rusa sigue siendo la URSS. Los amigos de mis amigos son mis amigos y cuando los que eran enemigos de tus amigos se convierten en, oh sorpresa, sus amigos, no les vas a aguar la fiesta. De ahí el silencio generalizado que se cierne sobre la esfera de la izquierda no socialdemócrata, ecologistas incluidos.

La ruptura del bloque socialista no supuso la quiebra de los canales de comunicación y financiación que beneficiaban a estados y estructuras de poder acostumbrados a morar en la oscuridad. Ese beneficio se ha extendido, y continúa haciéndolo, a todos los partícipes en las cadenas de comunicación e influencia. Las izquierdas europeas y americanas se han comportado como si la gente fuera tonta y nunca hubieran existido personajes como Mijaíl Suslov y Boris Ponomariov, ambos con pesados bagajes tecnoejecutivos a sus espaldas. Ahora va a llegar el momento en que las nomenklaturas actualizadas de lo que fuera el equilibrio del terror en el este tengan que repensar actividades y discursos (dejando aparte lo relativo a Próximo Oriente, que ya funcionan solos y en rueda libre).  Será interesante ver cómo esas nomenklaturas saben resurgir de sus cenizas para seguir sirviendo a quien les pague y mantenga en sus puestos. Lo de 1989 requirió retoques (como convertir al jefe del KGB en la RDA en presidente de Rusia) pero no lo que implicaría un vuelco con los autócratas occidentales como aliados.

Quizás baste con imputar a las democracias liberales europeas como imperialistas, obviando la realidad de los dos grandes imperios, y cargar a la OTAN con las culpas: “No a la guerra, no a la OTAN” es un lema, además de útil en todas las direcciones ahora mismo, exquisita y fielmente trumpiano. A eso se le llamaría matar dos pájaros de un tiro.

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