
GABRIEL JARABA
Explicábamos que el robo de internet ante nuestras narices se ha producido con disimulo y apelando a nuestras ilusiones acerca de la posibilidad de una red universal de cooperación y conocimiento pero ahora ya no es necesaria la simulación: ahí está el ataque de Elon Musk a la Wikipedia con su intento de desprestigio y su oposición con la Grokipedia, una enmienda a la totalidad a la enciclopedia ilustrada, benevolente y no lucrativa de Jimmy Wales. Como si no hubiera suficiente con la precipitación de internet por la pendiente tecnofeudal parece que son necesarios estos gestos, entre amenazadores y provocadores, que pretenden marcar terreno en este avance reaccionario.
Es necesario advertir las formas que está tomando la transformación tecnofeudal de internet para comprender la dimensión comunicacional de la actual etapa de involución del neocapitalismo hacia un sistema autoritario integral que acabe con el pacto progresista y de derechos surgido en 1945. La comunicación ha sido siempre un espacio donde la lucha de clases se ha mostrado con claridad y ahora lo es más que nunca. La reacción antiliberal y antidemocrática opera a plena vista y no sólo se apropia de lo mejor de la comunicación masiva construida hasta ahora sino que toma la red como escaparate de sus intenciones y su avance. Veamos de qué modo lo hace.
EL GIGANTISMO ACUMULATIVO COMO PUNTO DE INFLEXIÓN. Internet experimenta ahora un proceso de acumulación que recuerda a anteriores acumulaciones de capital. El crecimiento de la Inteligencia Artificial (IA) es tan espectacular que incluso se habla de una burbuja que puede estallar, pero se olvida que el capitalismo ha aprendido a superar y controlar sus crisis más profundas. El boom de la IA apunta a un gigantismo mayor: la supercomputación que permitirá una gestión de datos descomunal que permita no sólo formas de información enormes sino modos de dominación inéditos. La acumulación informacional se da tanto en la web como en la IA, en dos procesos convergentes que desembocan en una hiperglobalización que da forma a una megaesfera comunicacional que será a la vez superestructura e infraestructura en los aspectos económico y social. La IA sostenida en la supercomputación cuántica es un poder enorme que está por ver que pueda ser sometido a un control democrático. La nube es hoy día el epítome de aquello en lo que internet quiere convertirse: un espacio inconmensurable, inabarcable e intangible fuera de todo control normativo y legal, por encima de las cabezas de todos.
ABSORCIÓN DEL ESPACIO COMUNICACIONAL POR EL PODER DEL DINERO Y LOS HECHOS CONSUMADOS. Estas acumulaciones no sólo incrementan sino que absorben: crean espacios gigantificados que logran determinar las reglas del juego comunicacional implicado en ellos. El gigantismo de la actual internet ha acabado con la red como espacio equilibrado de intercambio y relación y ha introducido en ella las formas masivas propias de la comunicación de masas, con la masificación de contenidos, el primado de los índices de audiencia, las lógicas de mercado y la eliminación de las voces personalizadas. El diálogo propio de la web 2.0 ha sido suplantado por simulaciones que pretenden halagar a distintos sectores de audiencia, la red ya no es una gran conversación, igual que se dijo que los mercados se habían convertido en conversaciones, en el Manifiesto Cluetrain. Se creía que internet acabaría por sustituir a la televisión pero ha sido la red quien ha adquirido las formas y dinámicas de la televisión en su relación con los públicos y la creación y difusión de contenidos.
ARRINCONAMIENTO Y ELIMINACIÓN DE LAS VOCES DIFERENTES. Tal masificación en un entorno gigantificado tiene como consecuencia la eliminación de las voces que se comportan de un modo diferente. Los weblogs personales y grupales desaparecen o quedan escondidos, las iniciativas de autocomunicación personal devienen irrelevantes, los ciudadanos que antes eran internautas activos regresan a su vieja condición de receptores pasivos. Existe ya un macromedio que reclama ser usado como espacio de consumo de información que impide la posibilidad de intervención significativa. La Wikipedia resulta una provocación intolerable por los señores tecnofeudales porque es el testimonio de un activismo ilustrado y democrático que se muestra factualmente posible y hay que borrar a toda costa.
CAMPO DE BATALLA PARA LAS GUERRAS CULTURALES. Las llamadas guerras culturales son frentes abiertos por las fuerzas de la reacción para posicionar en el espacio público sus objetivos ideológicos en una lógica de combate destinada a ganar hegemonía. Exhiben una transparencia poco usual que pone a las claras los carriles por los que transcurren las dinámicas de la reacción. Ninguna guerra cultural actual es un terreno aislado del resto, todas ellas convergen en un solo objetivo. Trastocar y revertir los logros democráticos conseguidos por la democracia hasta la fecha. Eso se ve en el caso del feminismo y la apuesta por hacer de los adolescentes y los jóvenes unos luchadores en el frente antifeminista que se construye: obsérvese la forma que adquiere el antifeminismo y compruébense sus correspondencias en contenidos y tendencias juveniles producidas y provocadas en la red. Internet no es aún un frente ideológico reaccionario pero la intención es convertirla en tal. Todas las guerras culturales que se reflejan y se dan en ella son la avanzadilla de esta transformación.
LA IA COMO SUPLANTACIÓN PERVERTIDA DEL DIÁLOGO. La simulación de conversaciones con que se expresa la aplicación más popular de la IA es la descomunal y descarada suplantación del verdadero diálogo humano que la web 2.0 pretendía suscitar en todo el espacio social. Ese pseudodiálogo queda reducido a un espacio privado de interacción de la persona con la máquina en el que la pretendida conversación queda reducida a una simulación pervertida que no tiene repercusión social pero que alimenta la acumulación de datos ejercida en el crecimiento gigantístico. La transformación de los buscadores en gestores de esa acumulación de pseudodiálogos pone en verdadero peligro la existencia de internet como espacio de conocimiento, convirtiéndola en prisionera de la publicidad y las tendencias comerciales sugeridas e impulsadas por la acumulación de datos sin intervención de la voluntad humana. El pseudodiálogo practicado por los chats IA es una cortina de humo que oculta esa transformación, y toda la retórica en torno a la IA es propaganda si no se tiene en cuenta esto.
UN PRODUCTO PRIVILEGIADO: LAS CHUCHERÍAS IDENTITARIAS COMO SEÑUELO. La combinación de públicos juveniles, dispositivos móviles y dinámicas identitarias generacionales es un cóctel explosivo que puede determinar la evolución inmediata no sólo de internet sino de todo el espacio comunicacional global. El poder de los efectos del halago practicado por los chats IA se está demostrando muy contundente. Con él se está labrando un nuevo modo de acometer el establecimiento de una nueva publicidad orientada a sectores emergentes, basada en la promoción de las identidades generacionales y sectoriales en cuanto a modas. No es sólo ya una cuestión educativa relativa al uso de las pantallas por los más jóvenes sino la entrega de estos a las grandes corporaciones y sus intereses mediante el señuelo de chucherías identitarias coherentes con sus aspiraciones. Adolescentes y niños han sido siempre objetivos comerciales de la comunicación pero el tecnofeudalismo ha hallado el modo de apoderarse de ellos al margen de padres y educadores.
LA ELIMINACIÓN DE LA CONVERSACIÓN COMO ASALTO A LA RAZÓN. El dictum del Manifiesto Cluetrain se ha cumplido al revés: los mercados no se han convertido en conversaciones sino que las conversaciones tienden de uno u otro modo a integrarse en mercados. La conversación queda absorbida por el trasiego de impresiones fugaces y triviales, en un entorno en el que lo que cuenta no es el razonamiento fruto del diálogo sino el entrecruzamiento de emociones que favorezca unas y otras ganancias. Se trata del desiderátum de la publicidad, que hasta ahora no había podido alcanzar: situar las emociones en la cumbre de una pirámide de ganancias erigida en una jungla emocional en la que el consumidor paga siempre y sólo recibe chucherías emocionales a cambio. Esa concepción publicitaria, totalizante y trivial de la comunicación es el verdadero asalto a la razón que Gyorgy Lukacs no podía imaginar.
Estas explicaciones, resumidas, no describen la totalidad de la situación pero ayudan a comprender la transformación de la red. Y tampoco pretenden inducir a su abandono o infrautilización sino al empleo consciente de una esfera comunicación de la que no podemos vivir al margen. Porque en el otro hemisferio, los capitalismos alternativos de Rusia y China llevan a cabo un juego de socavamiento que tampoco va a favor de la democracia.




