
GABRIEL JARABA
La destitución de Pepa Bueno como directora de El País, reemplazada por Jan Martínez Ahrens, es un episodio más, y muy destacado, de la desaparición de las mujeres al frente de los medios de comunicación de nuestro país. Aunque haya aumentado la presencia femenina en las redacciones, no puede hablarse de una feminización de los medios informativos; podría pensarse la contratación de mujeres como un aspecto más de la precarización laboral informativa: sueldos más bajos y contratos más flojos. Cuando los medios se jactan de trabajar por la defensa de los derechos de las mujeres vemos que una cosa es lo que dicen sus contenidos y otra las propias políticas corporativas.
La realidad es que las empresas informativas no confían la dirección de sus medios a las mujeres. De hecho, ni los espacios de gran audiencia: Àngels Barceló dejará de protagonizar su programa estrella en breve. La radio de masas está en manos de nombres masculinos de gran resonancia que protagonizan batallas mediáticas y guerras culturales impulsadas por grandes intereses políticos. No parece que ninguna emisora se arriesgue a introducir allí los matices que poco se dirían con la guerra de trincheras en que están inmersas, pero en televisión ocupan su puesto de combate siguiendo la pista abierta por los combatientes de las derechas.
Hay una Astérix que resiste, rodeada por los romanos: Esther Vera, directora del diario Ara. Precedida en el trabajo por Mònica Terribas, demuestra con creces el alto nivel que una mujer puede imponer en la dirección de un diario. A su lado, en la prensa comarcal, está Natàlia Rodríguez, al frente del Diari de Tarragona, publicación con 200 años de vida, y Magda Bandera, en el renovador y combativo La Marea. De aquí para abajo, un vacío: ni los digitales merecen direcciones femeninas, salvo el HuffPost, con Laura Rastra Montero, y eso, me temo, porque la empresa nunca ha creído en este medio, inicialmente dirigido por Montserrat Domínguez. En los digitales especializados figura otra honrosa excepción: Ana Basanta, directora del Diari de l’Educació, publicación de la Fundación Catalunya Plural que, a pesar de la especialización temática, se refiere a un centro de interés general y estratégico.
Esta deficiencia forma parte de una situación general bien definida por Silvia Intxaurrondo, presentadora de La hora de La 1, de TVE: «La principal lacra del periodismo son los sueldos de misería que se están pagando». La presencia de mujeres en la base laboral informativa es un fenómeno similar al de la feminización de otras profesiones, como la policía o la medicina. Las mujeres acceden cuando se produce una proletarización del gremio, que las coloca a ellas en la clase de tropa y en el que son los hombres quienes acceden a los cargos de mando o confianza. La actual estructura del sector y la tendencia previsible favorece la presente situación.
Hay que remontarse a 1936 para ver por primera vez a una mujer como directora de un diario de referencia. Fue María Luz Morales, nombrada por el comité obrero que se encargó de la gestión del diario cuando el gobierno de la Generalitat ordenó su incautación. 1978, aunque desde 1948 reanudó sus colaboraciones en la revista Lecturas o en el Diario de Barcelona, mujer valiente y combativa, fue una gran periodista cultural y cinematográfica y notable novelista.
La marginación de las mujeres de las redacciones de los diarios durante el franquismo incluía la ausencia de los puestos de dirección, sólo escasas profesionales en Madrid habían llegado a las corresponsalías internacionales, como Concepción López Guerrero o Pilar Narvión, que fue directora adjunta de Pueblo, junto a Emilio Romero como director, un hombre tan indirecto. Pero redacciones como las de Arriba, Ya o Informaciones estaban formadas únicamente por hombres.
Las redacciones de los diarios de Barcelona fueron incorporando a mujeres no ya con cuentagotas sino en dosis homeopáticas. Los primeros contratos fijos que La Vanguardia hace a mujeres periodistas no llegan hasta 1967, con Maria Assumpció Guardia y Myriam Josa. Carme Alcalde y Lidia Falcón entran y salen de El Noticiero Universal según el humor del administrador del diario. La cantera de mujeres redactoras será Diario Femenino, una publicación muy original creada por el publicitario Víctor Sagi que buscaba agujerear en un nuevo mercado de lectoras. Será el primer diario barcelonés dirigido por una mujer después de Maria Luz Morales, Àngels Masó, que después pasará a La Vanguardia. Diario Femenino se transformará en Mundo Diario, el primer diario rompedor del tardofranquismo, que incorporará a muchas periodistas formadas a su antecesor femenino, como María Eugenia Ibáñez, que fue subdirectora y durante muchos años la única mujer con cargo directivo en la prensa de Barcelona.
Para que nos hagamos cargo del alcance de la cuestión es necesario considerar que en las redacciones de los diarios barceloneses no había aseos propios para las mujeres. Cuando Diario de Barcelona ficha a Teresa Rubio y Margarita Rivière para que den un empujón a la información política y municipal las dos periodistas deben hacer ver a los empresarios esta carencia, sorprendidos de que las mujeres también orinan. Nada extraño: Maria Favà, redactora de aquel diario y después fundadora del Avui, vio cómo se le prohibía el acceso a la tribuna de prensa durante un pleno municipal de Barcelona porque llevaba pantalones.
Todo esto nos parece ahora ridículo y al mismo tiempo triste pero formó parte de la lucha de los periodistas catalanes que contribuyó a ganar la democracia, de la que las mujeres formaron una destacada vanguardia. Ahora no es que las mujeres hayan sido apartadas por decisiones autoritarias y sexistas, sino que es el mercado laboral y la falta de visión de futuro de las empresas lo que hace el trabajo que las lleva a la marginación. Porque una sociedad entera, la catalana, decidió un día acabar con toda una generación de periodistas, mujeres y hombres, y se pulió el enorme capital profesional, humano y social que entre todos, profesionales, lectores y empresas, habíamos acumulado a base de esfuerzo, talento y dinero.