No es la inteligencia artificial, es la estupidez y el egoísmo

Sufrimos la apropiación corporativa de internet y la polarización de la comunicación en torno a intereses que no son los del derecho a la información.

GABRIEL JARABA

Cuanto más se habla de inteligencia artificial más se distrae la atención del verdadero problema de la comunicación global: la apropiación corporativa de internet y la polarización de la comunicación en torno a intereses que no son los del derecho a la información. No se trata de un problema tecnológico sino democrático y no precisa de una solución tecnológica sino de un desarrollo social. La posibilidad de una evolución democrática y progresista de la comunicación nos ha sido arrebatada ante nuestras propias narices.

Probablemente los que hace 20 años apostamos por la web 2.0 fuimos unos ingenuos al creer que el nuevo invento de internet iba a permitirnos evolucionar del modelo de comunicación de masas –un flujo unidireccional de la información de un emisor a unos receptores homogeneizados—a una comunicación multipolar estructurada en red que permitiera generar un “policentrismo comunicacional” (Vázquez Montalbán). Pudimos gustar del sabor de esa posibilidad en un momento en que la evolución de la red prometió vislumbrar cómo podía ser el sueño de la comunicación que un  día tuvimos y muchos nos lanzamos a crear blogs y wikis, armar plataformas multimedia, convertir los medios en interactivos y a dar el protagonismo a la gente. A muchos les pareció excesivo el concepto de “periodismo ciudadano” de Dan Gilmor pero todos estuvimos de acuerdo con que podía existir una “alquimia de las multitudes” (Francis Pisani) y nos lanzamos a cultivarla.

El resultado de esa apropiación no se revela solamente en lo grotesco de la regresión de Twitter y la involución trumpista de Elon Musk sino en toda una serie de aspectos que si los ponemos unos junto a otros el panorama que arrojan es escalofriante, y que enumeraremos a continuación. Pero lo fundamental es que ese hecho se da en un contexto de enorme importancia histórica, la eclosión de un capitalismo cognitivo en el que la lucha por las zonas de poder no sólo se da desde los estados sino mediante grandísimas corporaciones comunicacionales. Estas superan anteriores multinacionales y se constituyen en entes como Alphabet, Meta y muchos otros, que provocan dinámicas de capitalismo monopolista –la absorción del mercado de la publicidad por Google—o el estrechamiento de opciones en plataformas, como WordPress. Es ese capitalismo monopolista de sesgo cognitivo lo que enmarca y determina el panorama comunicacional global.

Veamos algunos signos y ejemplos de esa involución.

UNA INTERNET CADA VEZ MÁS ABURRIDA. Navegar hoy por internet es un aburrimiento general en lugar de una experiencia estimulante, como lo fue antes. No es cosa de la costumbre, es fruto de una homogeneización general que excluye la innovación. Ha ocurrido lo inverso que la web 2.0 pretendía: la red se ha asimilado a los medios masivos convencionales y ha adquirido de ellos sus peores características. La previsibilidad y la rutina no son otra cosa que los signos del transcurso regresivo de lo que sigue siendo el gran medio de comunicación global.

ESTANCAMIENTO DE LOS MEDIOS TRADICIONALES.  El inmovilismo de los medios masivos se ha trasladado a internet, donde han impuesto su lógica suicida: servir a los intereses de quienes les subvencionan en lugar de a los ciudadanos. Por eso no levantan noticias ni compiten entre sí por ganar la atención de los interesados en la información, porque son una prensa de partido que no se confiesa como tal, que ahora practica en la red las políticas que les han hecho perder audiencias notables y negocios redondos. Una internet ahogada y secuestrada por los medios no puede servirles de acicate. Véase cómo los nuevos medios web de derechas que surgen en internet para sumarse a la estrategia antisocialista son más toscos y de peor calidad que los que ya hacían esta función.

MEDIOS QUE EXPULSAN A JÓVENES Y NUEVOS LECTORES. Los jóvenes no leen la prensa informativa, ni la impresa ni la digital. El propio concepto de información les es ajeno y no sería ya sólo necesario instruirles de nuevo en este aspecto de la vida democrática más que proporcionarles alfabetización mediática. Cuando hablamos de falta de comprensión lectora –producto de una escuela que no enseña y una familia que no lee—nos referimos a esto: ausencia de conciencia democrática. Pero los jóvenes aprecian las novedades y las buscan donde estén, en Tik Tok o donde sea, lo que no hacen es atender a unos medios, digitales o no, pensados para otra gente y otro mundo. En esas, cualquier añadido juvenil a un producto comunicativo será casual, es decir, cuya causa desconocemos. Mientras tanto,  veremos  como los jóvenes usan la red para sus necesidades de autoconstrucción identitaria al margen de cualquier consideración informativa de modo que el futuro inmediato de internet, dejando de lado cualquier servidumbre política, será el entretenimiento.

SITIOS MAL ESCRITOS Y MAL DISEÑADOS.   Quizás no sea culpa de las facultades de periodismo sino de unos alumnos y periodistas que no leen y cuyos profesores tampoco lo hacen. Pero la red en general está mal escrita y no se percibe en ella signo alguno de espíritu creativo en la escritura, periodística o la que sea. La vulgaridad general salta a la vista en este aspecto y en otro: el hundimiento de lo que un día fue el diseño periodístico como estrategia de valoración y jerarquización de la noticia. Internet no ha llegado a lograr un modo propio de jerarquización informativa, prisionera de la determinación del scroll, y ni siquiera se ha planteado la manera de trasladar lo que un día fue un logro brillante que constituyó uno de los puntos de generación del periodismo moderno: presentar a primera vista una decisión del medio concernido coherente con su propia valoración informativa por medios formales pero con criterios de fondo. Internet ha renunciado a una de las claves del periodismo avanzado y ha retrocedido a tiempos anteriores al desarrollo de la tipografía en la prensa impresa. Por falta de innovación pero también por pereza generalizada.

PRECARIZACIÓN DE LAS PROFESIONES DE LA COMUNICACIÓN. Internet no ha mejorado las condiciones laborales de los profesionales sino todo lo contrario. Su asimilación a los medios masivos la ha hecho compartir con estos los malos sueldos, la perversa pseudocontratación laboral y la precarización profesional en general. No son extrañas las profesiones degradadas hoy día: así califican la suya los docentes catalanes en su sindicato mayoritario, que desearían abandonarla en un tercio por lo menos. Al no haber innovación y creación de negocio en la red más allá de trapicheos con datos no se ha creado empresa digna de tal nombre que pueda albergar profesionales que vayan más allá de redactar textitos y editar nimiedades.

INTERROGANTES SOBRE LAS POSIILIDADES WEB 2.0.  Con la involución de la web 2.0 ha sucedido lo contrario de lo que se pretendía. Sin embargo, las posibilidades de los medios técnicos y los planteamientos de lo que se planteó como una evolución de internet siguen en pie. Pero no por parte de las empresas que mantienen la red colonizada sino de los usuarios y los ciudadanos. Nada impide una nueva proliferación de blogs, o la construcción de wikis ambiciosos, los ciudadanos pueden construir nuevas redes y plataformas y lanzar dinámicas cooperativas en red; existen herramientas y posibilidades para una comunicación digna de tal nombre en la red.

LAS REDES SOCIALES NO TIENEN FUTURO. Las llamadas redes sociales actuales son antiguallas que sobreviven porque no se acierta a dar con nada mejor. Agrupan a un público avejentado que no aporta innovación ni ideas, por eso X no tiene futuro más allá del politiqueo y Facebook está muerta. Es posible por tanto crear nuevas dinámicas de relación entre personas que soslayen la comercialización o la manipulación y vayan a la raíz de la comunicación humana y democrática: el reconocimiento mutuo. Y las herramientas están en la web 2.0.

EL MAYOR RETO DEL PERIODISMO. Nos encontramos en un momento crucial para la información tal como la hemos concebido desde la invención de la imprenta. No sabemos si el periodismo podrá sobrevivir a las actuales tendencias sociopolíticas y tecnoeconómicas, pero sí sabemos que sin periodismo no hay democracia. La red y los medios muestran con una claridad aterradora la situación actual: el descaro con el que los poderes afrontan la reversión de la sociedad democrática en beneficio del negocio y el dominio. No es el periodismo lo que está en riesgo sino la sociedad civilizada. El periodismo y la información democrática pueden contribuir a sostener la vida civilizada, ese es el reto.Y disponemos de medios y herramientas para defender eso.

Publicación original: Catalunya Plural.

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