
GABRIEL JARABA
El movimiento de oposición al régimen dictatorial iraní creado por Narges Mohammadi, premio Nobel de la Paz 2025, se llama Mujer, Vida y Libertad. Estas palabras resumen toda una concepción de las aspiraciones de los opositores y está encabezado por la alusión al género femenino, la mitad de la humanidad sin la que no sólo no existe libertad sino tampoco vida. Es necesario mucho valor para enfrentarse al régimen de los ayatolás pero aún más coraje para poner a las mujeres al frente de un movimiento sociopolítico general como este. No es, o no sólo, un movimiento feminista sino de regeneración general, pero expresa con su denominación una aspiración y una realidad: el protagonismo de las mujeres en la construcción de una sociedad civilizada con buena vida.
No veo que las izquierdas hagan mención de Narges ni mucho menos que la reivindiquen. Peor por ellos: el futuro es feminista y pertenece a las mujeres. Diría que lo que hacen las mujeres en aquellos países no motiva especialmente a las izquierdas y que sólo lo que yo y algunos otros llamamos «palestinismo» moviliza a las conciencias. Más adelante, cuando algunas cosas hayan cambiado, el palestinismo merecerá un análisis a fondo como movimiento de reagrupamiento de sensibilidades en el mundo y en España, elocuente tanto en lo que se refiere a la implicación de los grupos que lo sustentan como para la descripción de las carencias de éstos. En los años 70 el movimiento contra la guerra de Vietnam jugó un papel parecido pero ni adquirió unos rasgos ideológicos tan sensibles ni se dotó de unos estandartes, como la kufiya, tan rotundos. La excepción: la actitud de Jane Fonda de denuncia de la guerra y de toma de posición a favor de Vietnam del Norte, lo que le supuso el apelativo deprecativo de «Hanoi Jane» por los reaccionarios y belicistas americanos.
Veo pues muchísimas kufiyas y pocas menciones a Narges ya los demócratas iraníes. No puedo dejar de pensar que las izquierdas españolas y europeas siguen moviéndose según la dinámica de bloques establecida en la guerra fría, ahora actualizada en una redefinición de los bloques que nada nos beneficia a los demócratas europeos. Es incomprensible para mí el antieuropeísmo de un sector de las izquierdas o al menos su nula implicación en la Europa federal, salvo que se deba a un «antiburguesismo» que debería contrastarse con la realidad geopolítica. Pero el silencio sobre personas y fenómenos como Narges Mohammadi me parece bastante revelador de una mentalidad y una práctica política.




