Los periódicos como exponentes de un sector informativo débil y poco desarrollado

La endeblez de las empresas periodísticas y sus productos permite que sean mediatizadas por intereses que no son los de los lectores y que puedan ser interferidas por otros agentes, como personajes a sueldo directamente de actores políticos, a beneficio de los mismos

GABRIEL JARABA

La prensa española refleja con gran claridad el clima de confrontación política que vive el país. Se habla de polarización, pero si existe tal es harto desigual; de hecho lo que hay es una estrategia de ataque constante del Partido Popular y las fuerzas que lo sostienen o que aspiran a condicionarlo siguiendo la consigna de la ultraderecha trumpista mundial: “atacar, atacar, atacar”. Y en ese campo de batalla la prensa diaria aparece desprovista de las capacidades que podrían hacer de ella un cuerpo autónomo de influencia real no sólo en la creación de opinión sino, en realidad, en la formulación de un poder informativo que jugase un papel social relevante en la vida del país.

Veamos a continuación las características, a grandes rasgos, de las empresas informativas españolas.

UNA PRENSA DE PARTIDO QUE NO SE CONFIESA COMO TAL. A diferencia de lo que sucedía en el siglo XIX y parte del XX, no existe prensa de partido, vinculada a marcas políticas y sostenedora de ideologías o programas. No explícitamente pero sí de otro modo: todos los periódicos se presentan como independientes pero cada diario sostiene su propia línea editorial fuertemente vinculada a posiciones muy determinadas en el campo de batalla político.

DEPENDENCIA DE LOS CENTROS FINANCIEROS. Las empresas informativas están altamente endeudadas con los bancos y dependen de ellos para sobrevivir. Son aquellas las que se deben a estos y no al revés, como debería esperarse de una prensa independiente. Se trata de una verdadera dependencia que induce a los medios a adoptar líneas editoriales y estructura su relación con el poder político. Los diarios no son verdaderos negocios de empresas privadas sino correas de transmisión a causa de su déficit crónico.

SUBVENCIONES EXAGERADAS. Junto con la dependencia de los bancos el otro instrumento de dominio del poder político de los periódicos son las subvenciones que estos reciben de las instituciones, pero también aportaciones directas o publicidad inducida. A menudo en lugar de aportaciones económicas se da el favorecimiento en las condiciones de deuda financiera mediante la intervención de los poderes.  La dependencia financiera y la imprescindible subvención mantienen aherrojados a los periódicos  a intereses que no son los de los lectores.

FUERTE INTERVENCION DE CAPITAL EXTRANJERO. Esa debilidad del sector informativo hace que intereses de otros países vean en el panorama informativo español un campo al que extender sus intereses. La creación del diario El Mundo y su mantenimiento fue, por ejemplo, fruto de la expansión de Berlusconi en el momento de su imposición en el mundo mediático italiano. La salvación de El País y el grupo Prisa tras su peligrosa aventura televisiva ha venido de la mano de un accionista mayoritario francés, que ha conseguido imponerse en la gestión del diario y su línea informativa.

IMPOSIBILIDAD DE EXPANSIÓN MULTIMEDIA. La debilidad financiera de los diarios españoles les impide erigirse en punta de lanza de grupos multimedia. Hoy día nadie recomendaría emprendimientos como el de Juan Luís Cebrián que terminan por dilapidar en la televisión las ganancias que han podido proporcionar los periódicos. Adiós a los sueños de Antena 3, gestionada por el grupo Planeta o Tele 5, en manos de Fininvest, propiedad de la familia Berlusconi. Los actuales accionistas mayoritarios de  El País han dicho “vade retro” a las intenciones de los anteriores gestores de enredarse en una nueva aventura televisiva que favorecería al gobierno  y que podría acabar como el rosario de la aurora.

INCAPACIDAD DE COMPETENCIA. A diferencia de lo que sucede, o debería suceder, en el panorama general industrial y mercantil, no existe la competencia entre los periódicos españoles. Ninguno de ellos busca ganar lectores a los demás ni abrir mercados,  ni tampoco establecen acciones informativas potentes destinadas a llamar la atención de los lectores hacia la idoneidad del propio producto a partir de la diferenciación de los demás. Todos los periódicos se ajustan a la agenda informativa marcada por la actualidad política y raramente presentan exclusivas o scoops fruto de la labor de sus redactores. Lo que suele presentarse como tales son filtraciones de agentes interesados externos al diario y a los intereses de sus lectores.

ESCASA INVERSIÓN EN INFORMACIÓN. La precariedad económica de los periódicos y su falta de ambición informativa se refleja en la falta de inversión en su materia prima, la información. La información de calidad es cara porque hace falta mano de obra cualificada para crearla; ni la IA ni los periodistas mal pagados van a aportarla. Se reducen o eliminan las corresponsalías internacionales y se potencia la precarización de los profesionales. Los editores sueñan con periódicos sin periodistas como si la automatización crease la información, cuando lo único que hace es rutinizar las redacciones desproveyéndolas del talento periodístico del que nacen las noticias interesantes.

DIFICULTAD DE TRANSFORMACIÓN DIGITAL. Los actuales periódicos españoles no sólo han sido incapaces de crear y liderar grupos multimedia sino que tampoco pueden adentrarse en la gran transformación digital que les aguarda revolucionando sus productos y lanzando iniciativas innovadoras en la red. Su presencia en internet se limita a publicar unas ediciones web de sus productos impresos que ni van más allá de los mismos ni generan iniciativas novedosas que permitan ganar públicos. Eso les hace débiles también en la captación de publicidad y en el campo, aún por explorar, de las narrativas transmedia, con una interacción con los lectores en la red que, por piedad, debemos llamar pobre.

Semejante panorama no significa que la prensa diaria no influya en cierto modo en la creación de opinión y estados de ánimo, aunque no sea ella la que influya en las agendas políticas sino a la inversa. La endeblez de las empresas periodísticas y sus productos permite que sean mediatizadas por intereses que no son los de los lectores y que puedan ser interferidas por otros agentes, como personajes a sueldo directamente de actores políticos, a beneficio de los mismos. Una prensa que ostenta las debilidades que hemos descrito no tiene más poder que el de ser utilizada o derivada hacia otros intereses que no son los que favorecen el derecho democrático a la información.

Publicación original: Catalunya Plural.

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