
GABRIEL JARABA
La IA generativa tal como la conocemos se encuentra en su etapa escolar, o preescolar, y por tanto necesita que le pongamos tareas para que progrese hasta desarrollar el potencial que encierra. Más que admirarnos de lo que hace es preciso que seamos capaces de imaginar lo que podría hacer, que se supone más ingente que lo que se sospecha. No tanto las piruetas que ahora arroja simulando diálogos entre hombre y máquina sino llevando al límite las posibilidades de desarrollo de sus modelos de lenguaje.
Una de esas posibilidades es precisamente lingüística y extrema: interpretar y traducir el lenguaje de los animales. Como mínimo, del lenguaje que ciertos animales han demostrado ser capaces de desarrollar, como po ejemplo la gorila Koko, que aprendió a comunicarse con lengua de signos, la que utilizan los humanos sordos. Koko fue objeto de una larga investigación en la que apareció consciente de sí misma y capaz de expresar sentimientos y establecer relaciones con personas. Este animal hizo la proeza de asimilar un lenguaje aprendido y extraño a él, y adoptarlo como medio propio de comunicación. ¿Podría la IA adentrarse en el lenguaje de los gorilas, o por lo menos en una interfaz lingüística a su alcance, y revelarnos aspectos del lenguaje animal original que les corresponde? Es una tarea lingüística que parece corresponder con los planteamientos lingüísticos de la IA y su capacidad de interactuar con los humanos simulando diálogos.
Otros animales provistos de lenguajes son los delfines y otros cetáceos. Existen formas lingüísticas propias de estos animales, incluídos los sonidos y “cantos” de las ballenas, que les permiten comunicarse con los de su especie y que pueden analizarse en cuanto a su compleja estructura. ¿Puede la IA analizar, codificar y traducir la lengua de los cetáceos para una comunicación con los humanos?
Preguntas como estas dirigidas a los lenguajes animales y relativas a la IA pueden ser planteadas con pleno derecho dado el potencial que se le intuye a los modelos de lenguaje generativos. En el lenguaje animal y el humano existen elementos simbólicos y significativos que parecen hacer legítima la aspiración a obtener una traducción. Una investigación en este sentido debería acumular suficientes elementos del lenguaje animal, tarea posible dado el ingente material a analizar, y ser capaz de elaborar procedimientos de traducción adecuados. Parece lícito aspirar a que la IA pueda facilitarnos una comunicación animal-humana a partir de sus enormes posibilidades de computación.
La cuestión, entonces, sería, muy probablemente una revisión de lo que sabemos sobre lingüística y un cierto replanteamiento de lo que es el lenguaje tanto por lo que respecta a los animales como a los humanos. Sería, sin duda, una aproximación de un viejo sueño de la humanidad: el lenguaje de los pájaros para poder conversar con Simorgh mediante la IA.