Hambre

Genocidio o limpieza étnica, matar de hambre es la mayor crueldad.

Matar de hambre es la mayor crueldad.

GABRIEL JARABA

Casi todos utilizan la palabra genocidio para designar lo que ocurre en Gaza y es posible que estén en lo cierto al hacerlo. Es necesario aclarar que desde hace algunos años el empleo de ese calificativo sucede cuando andan de por medio el estado de Israel y sus conflictos, por lo menos desde la matanza en los campos de Sabra y Chatila, Líbano, en los años 80. Difícilmente la encontramos, sin embargo, cuando nos ocupamos de catástrofes semejantes en otros lugares. La guerra de Oriente Medio conmueve a todos los corazones honrados y al mismo tiempo proyecta sobre Israel la acusación de hacer con los otros los que antes hicieron con su pueblo.

En Yugoslavia se habló de limpieza étnica en el caso de la matanza de Srebrenica y otros episodios pero no de genocidio, aunque el ataque de serbios y otros contra la minoría bosnia –también musulmana—escandalizó al mundo. Ahora parece como si la guerra de los Balcanes no hubiera sucedido, aunque fue la primera contienda que hubo en suelo europeo después de 1945. Con Ucrania ya tenemos la segunda, con motivo de la cual la presidenta de la Comisión Europea acaba de manifestar que no se pueden cambiar las fronteras por la fuerza, asunto que ha venido siendo desmentido por la realidad, especialmente en la patria de Tito. Limpieza étnica sí y genocidio no, pues no hay judíos aunque sí musulmanes, y si te he visto no me acuerdo.

La actual muerte de inanición de la minoría nacional palestina merece ser situada junto a las mayores crueldades cometidas por la humanidad en tiempos pasados: la muerte por hambre como arma de guerra. La sufrieron los habitantes de Stalingrado durante el sitio de la ciudad por los nazis. Aquello nos retrotrajo a épocas medievales que parecían superadas y lo de ahora nos devuelve el feo rostro de la crueldad extrema cuando vemos que los hambrientos en busca de alimentos son aniquilados de manera selectiva en las ocasiones propicias. Quien no ha padecido el hambre, como nuestros padres en la guerra de España, no conoce lo dramático de ese sufrimiento extremo. Matar de hambre, morir de hambre, se sitúa en los márgenes de la condición humana o incluso en su exterior.

Existe un mal que no proviene del error o de la ignorancia, ni siquiera de la crueldad. Esa opción de matar por hambre deliberadamente es sencillamente inhumana. Más que la eliminación del otro, es el intento de borrar su naturaleza humana, negar su dignidad, al separarle de su derecho al sustento que tienen todos los seres de todas las especies. Un mendrugo de pan no se le niega a un perro. Tanto da se trate de genocidio o de crimen de guerra o de crimen de estado; las palabras no se comen y el hambre devora las entrañas como un monstruo: es la manifestación viva de la peor crueldad.

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