Crisis de la información: tendencias que lo ponen todo patas arriba

Hasta el momento, los editores han querido hacer periódicos para quienes no leen periódicos, caminando a tientas por esta llamémosle crisis que es, en realidad, un cambio civilizacional fruto de la gran digitalización.

GABRIEL JARABA

Probablemente nos estemos liando y todo sea más sencillo. Ni crisis de la información, ni involución del periodismo, ni alteraciones profundas en el panorama comunicativo: lo que hay es una transformación general de lo que podemos llamar infocomunicación que pondrá patas arriba el mundo comunicacional tal como lo conocemos. Veamos algunas de esas manifestaciones, que son sencillas a primera vista pero cuyas consecuencias son enormemente complejas. El simplismo de estas tendencias y realidades sólo es aparente, todas indican hacia dónde apuntan las transformaciones que vendrán.

LOS JÓVENES NO LEEN NOTICIAS. Los jóvenes no leen periódicos, ni los impresos ni ningunos otros. Su relación con los medios no pasa por lo noticioso y no cuentan con los productos informativos como parte de su vida cotidiana. No es que no lean periódicos impresos, es que no los leen de ninguna clase. Al principio podría pensarse que la juventud se siente crítica con la estructura institucional de la información o con la propiedad de los medios, pero la cosa va más allá: el hecho de consumir información como tal no forma parte de sus actitudes conscientes. Viven en otro mundo en el que, simplemente, uno no cuenta con hacerse con una fuente de información, atender a ella y obrar en consecuencia.

TELEFONEAR YA ES OTRA COSA. Hay más signos parecidos que indican un cambio en profundidad de esta índole entre la juventud, como el descarte total del teléfono fijo y el rechazo creciente a la conversación telefónica, usando aplicaciones digitales, que permiten demorar la respuesta, dosificar la alternancia en el intercambio de palabras y dominar su flujo. El concepto de conversación telefónica, en tiempo real y dialogada, ya es algo superado entre los jóvenes, se relacionan de otro modo. La preocupación de los padres por el uso del teléfono en la escuela tendrá que deberse a otras cuestiones. Y este uso actual juvenil del teléfono móvil también pasará. Y ojo al hecho de que la urgencia en la respuesta de voz requerida por una llamada pone nerviosos a muchos jóvenes y se estresan debido a esa necesidad impuesta. Obsérvese que los teléfonos que sólo sirven para hablar no los quiere nadie.

EL CONCEPTO DIARIO DE NOTICIAS ES OBSOLETO. Los medios informativos son ahora mismo unas estructuras que no responden a una demanda social y comercial generalizada. El producto noticioso es casi tan obsoleto como el teléfono de hablar. El teléfono mantiene en contacto al grupo generacional de iguales (adolescentes pero también adultos: whatsapp) en una lógica aparentemente horizontal. La realidad vertical de seleccionar y difundir noticias desde un centro ha quedado atrás; el policentrismo comunicacional soñado por Vázquez Montalbán y propuesto por Castells se ha hecho realidad, pero de otro modo. El asunto está en investigar quién y cómo se erige en prescriptor y animador de las tendencias informativas aparentemente espontáneas en las redes. Eso sí va a ser la comunicación de masas de verdad, y no la comunicación mediática que hemos conocido.

LOS MEDIOS NO SON NEGOCIO, LOS PERIÓDICOS SUBSISTEN ARTIFICIALMENTE. Ha muerto un negocio de casi dos siglos de vida, publicar periódicos y medios sostenidos con publicidad y suscripciones. Los periódicos son una ruina que sólo se sostiene con respiración asistida: el dinero que les inyectan bancos, agencias gubernamentales e intereses privados o públicos, o mixtos, que creen que su influencia en ellos y con ellos les sale a cuenta. Pero eso está por ver; de cara a las pasadas elecciones generales del 23J las derechas se dedicaron a crear supuestas empresas de demoscopia o a financiar y alimentar sondeos de opinión que indicaban una victoria derechista que no se produjo. La victoria electoral del PSOE echó por tierra esas pretensiones en aras de la democracia realmente existente y no una torpe ingeniería social que se ha demostrado de vuelo corto. De ahí la furia derechista actual ante la voluntad popular demostrada y fehaciente. La pregunta está ahora en si a medida que esa no operatividad real de la “influencia de los medios” el gran dinero va a seguir manteniéndolos o los dejará caer. No creo que lo hagan todavía, pues confían en utilizarlos en la misma dirección con objetivos ligeramente distintos. Y además, porque han invertido fortunas y décadas en construir personajes, líderes y dinámicas que ahora mismo ya se demuestran pensados y útiles para otra cosa. Su límite está en la reducida dimensión de la “caye borroka” extremista practicada recientemente en Madrid, el poder cayetano tiene las patas cortas.

En otros países, especialmente en EEUU, la industria de la información es mucho más sólida y pretende resistir en los medios informativos. Lo consigue sobre todo con las suscripciones digitales y la promoción de entretenimientos, pero la innovación radical de los medios informativos tampoco se ve por ninguna parte.

QUEDARÁ UNA OPORTUNIDAD PARA LA PRENSA LIBRE. El problema es que, hasta el momento, los editores han querido hacer periódicos para quienes no leen periódicos, caminando a tientas por esta llamémosle crisis que es, en realidad, un cambio civilizacional fruto de la gran digitalización. Ningún gran medio ha ido más allá de publicar en la red una versión digital de su edición impresa, con algunos añadidos. Nadie se ha aventurado en la creación de nuevos medios para nuevas realidades (la muerte reciente del gran Mario Tascón ha sido el lasciate ogni speranza en este sentido). La prensa digital que haya de venir (prefigurada por medios como el que están leyendo ahora) tendrá que ser algo muy distinto, mucho más ambicioso y arriesgado, porque a pesar de todo sigue habiendo lectores que están ahí. Tenemos por delante la tarea de inventar una nueva prensa libre en la red para la que, ay, será necesario invertir mucho dinero para la producción de noticias.

LAS REDES CAMBIARÁN A OTRA COSA. Elon Musk tiene razón cuando quiere hacer de X una multiplataforma integral. Las redes sociales que conocemos responden a las visiones y experimentos propios de los años 90 y 2000, en los que aún regía el sueño postilustrado de una internet civilizadora, alfabetizadora y socializadora. Twitter, Facebook y similares están muertos, y Tik Tok parece ser el límite hacia el cual se estira el viejo concepto de red en evolución. Las nuevas redes, multitarea y multirrelación, convertidas en negocio basado en microaportaciones populares, vehicularán las nuevas formas de relación interpersonal y social que ya se están dando.

INFORMACION Y ENTRETENIMIENTO SE SOLAPAN. El producto dominante de las nuevas relaciones comunicacionales digitales será el entretenimiento, basado en el cultivo de la propia identidad personal y grupal y el seguimiento de tendencias. La pugna por la separación entre información y publicidad parece ya ahora un juego de niños, lo que llamamos aún comunicación será, es ya, un magma confuso y complejo en el que las habilidades necesarias en alfabetización mediática y digital van a ser muy altas y al alcance de pocos.

INTERNET ES YA UN AMPLIO CAMPO COMERCIAL. Vencidos y desarmados los ejércitos ilustrados, internet ha sido apropiada por la comercialización total. Es el escenario de la exploración de las nuevas formas del negocio de la comunicación, y no hay espacio en ella para utopías. Ahora bien, del mismo modo que la voluntad democrática supo insistir y luchar en el terreno de la comunicación de masas mediática para defender el derecho democrático a la información libre y universal, habrá que arreglárselas para seguir haciendo lo mismo en el corazón de la gran digitalización. Hubo quienes renunciaron a ello considerando a la comunicación realmente existente como “prensa burguesa”, y ellos solitos emprendieron así el camino hacia la marginalidad. Nosotros no nos lo podemos permitir porque la lucha continúa.

Publicación original: Catalunya Plural.

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