
GABRIEL JARABA
No suelo hablar de política a ras de suelo en esta columna porque prefiero observar otras realidades menos evidentes. Pero lo que ha mostrado la presencia (intermitente) de Isabel Díaz Ayuso en la conferencia de presidentes autonómicos en Barcelona merece una reflexión porque va más allá de dos desplantes y una arrogancia. Tengo la sensación de que asistimos al nacimiento del liderazgo de una nueva derecha que pretende llegar con la pluma donde el Partido Popular no alcanza con la espada.
Los dirigentes del PP han manifestado cierto desagrado por la pataleta de Ayuso pero no son capaces de atenuar el empuje ácido que la presidenta madrileña ejerce; de hecho, a ella le importa un bledo que sus correligionarios la aprueben o no. La presidenta madrileña no trabaja para el PP, ni para Feijóo, ni para la derecha conservadora tal como la conocemos ahora. Lo que Ayuso busca es hacer méritos para cuando llegue el momento eclosionar como la lideresa que consiga reunir en torno a su figura una nueva derecha capaz de asumir el poder en España reuniendo a las dos orillas de la reacción, el PP y Vox, más algunos otros grupos antisocialistas. Para la presidenta el PP es una derecha bien alimentada falta del instinto asesino y del hambre de mando que caracteriza al reaccionarismo emergente en Europa. Está hecha a representar ese instinto y a mostrar que es ella quien puede materializar la gran revancha pendiente: el regreso de José María Aznar al poder central.
Ayuso está inspirada por Miguel Ángel Rodríguez y otros cocineros del aznarismo-reaccionarismo que aspiran a devolver las cosas a su sitio. Si algo encarna Aznar es el rencor, la voracidad y la espera taimada a que pase el cadáver de su enemigo por delante de su casa. Es Ayuso quien da la cara mientras hace méritos para merecer ser el Juan Bautista de Aznar. Una y otro saben que aún no ha llegado el momento porque el país funciona, el empleo está en alza y la ciudadanía vive bastante bien. Ayuso es la persona capaz de ponerse al frente de las mesnadas aznarianas en un momento de crisis que aún no ha llegado y, al grito de Santiago y cierra España, mostrar que el poder se logra no (sólo) con marrullerías y trapisondas baratas. De momento la tarea de Ayuso es hacer que Feijóo vaya apareciendo como uno más de los parsimoniosos de Rajoy y enseñar que la reacción en España no sólo ganará haciendo que la gente se canse de la podredumbre sino consiguiendo que pida a gritos un Cid que componga lo que los suyos estropearon. Lo que finalmente disponga Aznar y a quienes sirve ya es otra cuestión.
Fotografía: José María Aznar e Isabel Díaz Ayuso. Autor: Javier Barbancho.