Análisis de la miniserie ‘La canción’: del dilema de Serrat a los “regalos” a otras televisiones en Eurovisión-68

Este es el análisis de la serie La canción, sobre la participación española en Eurovisión 1968, en el que Jordi Bianciotto ha tenido la amabilidad de solicitarme opinión. Es un honor aparecer una vez más en el diario que contribuí a fundar.

JORDI BIANCIOTTO

Nada menos que 57 años después, Eurovisión-68 sigue atrayendo miradas, y ahí está esta miniserie, ‘La canción’ (Movistar Plus+), rememorando el cortocircuito que Serrat causó al régimen con su plantón al querer defender ‘La, la, la’ en catalán. Un episodio que aun hoy es objeto de diversas interpretaciones y que da juego televisivo, el punto de conflicto previo a la jugada triunfal, su sustitución por Massiel y la primera victoria de España (o, mejor dicho, de RTVE) en un festival en el que llevaba participando desde 1961 con éxito modesto (incluidos un par de ‘nul points’). 

El todo o nada de Serrat puede sorprender, dado que él ya había presentado para el festival una canción en castellano, ‘El titiritero’, rechazada por poco festivalera (y solo un año después publicaría su primer álbum en esta lengua). Pero la serie refleja un pulso soterrado con TVE: Serrat habría planteado desde el primer momento cantar el tema en catalán y sería el ninguneo consiguiente (mientras lo grababa en ese idioma, y en francés, inglés, italiano y portugués) lo que le habría llevado al extremo de plantarse. 

La gente sencilla

En su comunicado del 25 de marzo (doce días antes de la gala en Londres), Serrat entonaba cierto ‘mea culpa’, viniendo a decir que se había dejado llevar por las circunstancias y que no había podido “juzgar las cosas con claridad” hasta que, de vuelta a Barcelona tras la gira europea promocional, se había topado con los suyos. “Hablé con la gente de mi calle y me di cuenta de que esta gente, sencilla y sin retorcimientos de ningún tipo, se preguntaba lo mismo que yo”, es decir, por qué no cantar en catalán en Eurovisión. Serrat se sentía, “por encima de todo, un cantante catalán”. 

¿Influyó en su decisión el rechazo percibido entre su público y en ambientes catalanistas (vinculados al sello Edigsa)? En la serie aparecen una pintada de ‘botifler’. “Esa palabra no se decía entonces. Pero es cierto que a Núria Feliu la llamaron vendida, y se criticó a Guillermina Motta y a Serrat”, explica Gabriel Jaraba, periodista de larga trayectoria y músico (Els 3 Tambors, Grup de Folk), que se movía entonces en los círculos del cantautor. “Él se dio cuenta de que debía preservar su identidad artística y personal. Pero no planteó cantar en catalán por defender una postura catalanista, sino para preservarse él y que su personalidad artística no se disolviese”.

Miedo al festival

Serrat había buscado un mánager profesional, Lasso de la Vega, para trascender el circuito (voluntarista) de la ‘nova cançó’, pero luego se habría visto incómodo en semejante jardín. “Lasso lo podía llevar a todas partes, pero a Serrat le salió un poco rana, porque no estaba dispuesto a hacer todo lo que hacían otros artistas”, observa Gabriel Jaraba. La letra de ‘La, la, la’, de Ramón Arcusa y Manuel de la Calva (Dúo Dinámico), era “poesía ‘serratiana’ de bajo vuelo en versión festivalera, con sus referencias a la madre, el amor y el paisaje”, considera Luis García Gil, autor de cinco libros sobre el cantautor.

Tal vez Serrat temió que aquello le encasillara. ¿Miedo a ganar Eurovisión? “Quizá pensó que podía marcar negativamente a su carrera, aunque esto solo puede decirlo él”, apunta Patricia Godes, periodista musical y autora (con Javier Adrados) del libro ‘Yo tampoco gané Eurovisión’. Este diario ha contactado con Serrat, que amablemente ha declinado poner más leña al fuego tantos años después. “Pero yo creo que, si llega a cantar el tema en catalán, no habría pasado nada, porque el catalán no estaba prohibido, aunque un guardia civil podía darte una bofetada y decirte ‘hábleme en cristiano’. No olvidemos que ‘Cançó de matinada’ había sido número uno en toda España”, añade Godes. Todo apunta a un dilema íntimo que Serrat resolvió sobre la marcha. “Me da tristeza que se piense que él lo había calculado todo, como se ha dicho a veces”, apunta Luis García Gil. 

Campaña con regalos

La miniserie combina situaciones de gran verosimilitud (la puesta en escena final en el Royal Albert Hall) con licencias y alguna que otra ausencia llamativa: el padre de Massiel, su mánager, “el viejo Santamaría” (como le llamaba Serrat), que se volcó en la promoción. Seguramente, es sensata al no alimentar las leyendas acerca de la compra de jurados, que Cliff Richard, el derrotado, avivó en sus memorias (‘The dreamer’, 2020). Tan solo vemos a Artur Kaps, factótum musical de TVE, advirtiendo de que, si hay que ganar, “habrá que hacer regalos”. Durante años corrió que los seis cruciales votos de Alemania tuvieron que ver con la adopción en España de su sistema de televisión en color PAL (en lugar del francés SECAM). 

Massiel, claro, siempre lo ha negado todo. “Y yo me fío de ella cuando dijo que su padre no iba por ahí comprando votos”, declara Patricia Godes. “Simplemente, TVE hizo una buena campaña de promoción, como no habían hecho con Raphael, ni con José Guardiola, ni con Conchita Bautista”. Regalos “los harían todas las televisiones”, desliza Jaraba. Pero, 57 años después, el ente público tiene una asignatura pendiente, subraya Godes, castellonense: “a los catalanohablantes, vascohablantes y gallegohablantes, TVE nos debe una canción en Eurovisión”.

Publicación original: El Periódico

Artículos relacionados
Gabriel Jaraba Online
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.