GABRIEL JARABA, JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
Cátedra Unesco para la Alfabetización Mediática e Informativa y el Periodismo de Calidad
- El tsunami comunicacional
Conocimiento, verdad y democracia en un mundo caótico. Por un periodismo de calidad.
El mundo en que vivimos se llama sociedad de la información y el tiempo, era de la comunicación. Se llama así a causa del punto alrededor del cual gira la economía y las relaciones sociales. Pero desde hace pocos años se ha producido una aceleración e intensificación de los procesos de digitalización, extensión de redes y de primacía de los medios de comunicación hasta el punto que hablamos de “la gran mediatización”.
Podemos hablar de una enorme intromisión en nuestras vidas, de un verdadero tsunami digital que lo trastoca todo. La era de la comunicación es vivida en un mundo caótico y los protagonistas son las grandes corporaciones que se han apropiado de la red y que, si aún no poseen los medios, sí que determinan las orientaciones de estos.
Se ha producido una auténtica expropiación de nuestras vidas a cargo de lo comunicacional. Fuimos exageradamente optimistas en los inicios de internet al creer que el empoderamiento de la gente mediante la tecnología iba a cambiar las formas de dominación. Debido al primado de las grandes empresas y el dinero. Internet no ha cambiado el mundo, el mundo del dinero la ha cambiado a ella.
Una intermediación perdida
¿Qué ha cambiado con la gran mediatización en lo que se refiere al periodismo?
El hecho más llamativo es el declive de la intermediación. Cuando nace el periodismo, los periodistas, editores y empresas informativas hacían de intermediarios entre los hechos, los relatos y el público (la ciudadanía agrupada). Así, les correspondía a los periodistas una tarea de supervisión del ambiente, selección de los hechos noticiosos que considerara relevantes y el de transmisores (relatores) de estas informaciones a su público. Cumplían una función en el espacio público: aseguraban una intermediación profesional, basada en normas -más o menos consensuadas- y en el ejercicio de la responsabilidad (cualquier poder le podía pedir cuentas sobre sus actuaciones).
Hoy en día, la ciudadanía tiene muchos medios de supervisar el ambiente y de difundir por las redes la información que considere pertinente. La explosión de cólera y las manifestaciones y los actos de violencia que se han producido en Francia con el homicidio de Nahel es una buena muestra de esta situación de des-intermediación. No ha sido el discurso periodístico el que ha levantado la cólera. Ha sido la circulación de un vídeo -recogido por un ciudadano- y distribuido por las redes sociales. La tarea editorial de los medios ha quedado ampliamente superada.
¿Es buena o no esta desintermediación que se está operando?
Buen tema para debatir.
Desde cierto punto de vista, la desintermediación es buena porque acaba con el monopolio periodístico de la información (oligopolio, mejor dicho).
Desde otro punto de vista, puede generar problemas porque no deja lugar al análisis, la crítica de los hechos y su interpretación. Con lo que puede favorecer reacciones impulsivas y desmedidas.
Sin embargo, ¿realmente existe una desintermediación completa?
Nuestra hipótesis es que no. Que lo que se ha producido es la des-intermediación del periodismo tradicional, y que su lugar lo han ocupado las grandes plataformas tecnológicas, que, sin confesarlo, actúan como empresas editoriales de un modo encubierto y sutil.
- La redefinición de los negocios de la comunicación (publicidad, información, audiovisual)
Pero hay algo más: la afectación a las reglas de juego de la democracia.
Las grandes tecnológicas han oligopolizado el control de la información en casi todo el planeta:
a. Han acaparado la publicidad que era el sustento de los medios.
b. Han creado un espacio semi-público en de las redes sociales donde íntimo-privado-público se confunden.
c. Se han apropiado de la autoría de la ciudadanía.
d. Han multiplicado y saturado los umbrales de atención del público, y saben actuar en ese estado de saturación para hacer llegar determinado tiempo de mensajes.
e. Han estandarizado y formateado los contenidos, desde todos los puntos de vista: sintáctico, semántico y pragmático.
f. Han creado la apariencia de un mercado de la información totalmente libre que, en realidad, gobiernan ellas.
g. Se han saltado todas las reglas que se aplicaban al periodismo.
h. Han precarizado y robotizado buena parte de la labor periodística.
- Bases y características de un periodismo de calidad
Elemento fundamental de la sociedad abierta. Mucho más que la industria de la información y del producto informativo. El periodismo, actuando en su ámbito, afecta a todos los aspectos de la vida social y concierne a todos los ciudadanos y agentes sociales, económicos, cívicos y políticos. A diferencia de otras actividades socioeconómicas, está en el centro de la vida organizada.
El periodismo es pues un elemento imprescindible en las sociedades modernas. No es un suplemento de la política o un entretenimiento más o menos público. El periodismo es uno de los ejes sobre los cuales pivota una sociedad abierta y su calidad importa a todos, no sólo a las empresas o a los profesionales.
Una definición de periodismo en este contexto:
El periodismo se define como la actividad profesional de compilar, analizar y difundir información relativa a la actualidad. Su ejercicio está definido (1) por tratarse de un proceso comunicativo que hace referencia a hechos o acontecimientos, (2) por la existencia de unas normas legales y de un código deontológico y (3) por aquellos aspectos del negocio donde se enmarca su actividad. Si existe un periodismo de calidad, su medida debe hacerse pues a partir de estas dimensiones que marcan o determinan sus límites, restricciones y requerimientos. (CAVALLER, Víctor. ¿Qué es el periodismo de calidad? COMeIN [en línea], marzo 2019, no. 86.
Anatomía de un periodismo de calidad
- En su posicionamiento:
Interés general y atractivo.
Significatividad
Contenidos propios, investigación
Facticidad, equidad.
Fiabilidad, confianza.
Solvencia (saber de qué se habla).
- En sus métodos de trabajo:
Aspiración a la credibilidad.
Cultura de la verificación.
Atribución adecuada.
Contextualización pertinente.
Rendición de cuentas permanente.
- En su aspiración a la transparencia:
Claro, conciso y concreto.
Dirigido a todos, comprensible por todos, concierne a todos.
Responsable ante todos, siempre.
Separación entre información y opinión.
Distinción entre intereses.
Separación entre información y publicidad.
Gratuidad de la actividad informativa.
Personalización clara y concreta: quién hace qué, qué afecta a quién, qué intereses tiene quién. En qué medida concierne esto a la mayoría y porqué.
- Una cuestión de confianza: la necesidad de un periodismo creíble
El punto central del periodismo es la credibilidad: así de simple (y complicado).
Sin confianza entre medios y públicos no se produce la magia del periodismo. Esa magia se da a partir de la credibilidad: difícil de ganar y fácil de perder.
El periodismo de calidad aspira:
A captar la atención del público y demostrar la lealtad de esa intención, ofreciendo a cambio información creíble, verificable y significativa.
El público que elige el periodismo de calidad espera:
Ser tratado como un ciudadano adulto, capaz de escoger y valorar lo que extrae de la información y utilizarlo de forma personal, social y cognitivamente valiosa.
La conjunción de ambas actitudes es la base del periodismo de calidad. Y este se sustenta en una cuestión de confianza, que es sutil y frágil pero imprescindible.
El periodismo independiente se basa en un acuerdo implícito entre el periodista y su público, un pacto no escrito de confianza mutua. El lector profundiza en su cabecera elegida en la medida que acepta que al otro lado de la pantalla hay alguien que vela por sus intereses en tanto que consumidor y ciudadano. Te leo, te escucho y te atiendo porque entiendo que eres leal conmigo, dedico mi atención a tu medio o a tu pieza informativa porque infiero que merecen confianza. La jerarquización de la información presentada en la redacción, el empleo de un lenguaje claro, conciso y certero en el desarrollo del texto, la valoración y contextualización de lo noticioso constituyen no solo signos de calidad profesional sino de respeto al público al que uno se dirige.
El lector profundiza en su cabecera elegida en la medida que acepta que al otro lado de la pantalla hay alguien que vela por sus intereses en tanto que consumidor y ciudadano. La jerarquización de la información presentada en la redacción, el empleo de un lenguaje claro, conciso y certero en el desarrollo del texto, la valoración y contextualización de lo noticioso constituyen no solo signos de calidad profesional sino de respeto al público al que uno se dirige.
Cómo se gana la credibilidad y qué podemos hacer.
La credibilidad, que es base y consecuencia del acuerdo implícito entre periodista y público, se construye y se gana. No es gratis; el público la concede a quien cree merecedor de esa confianza. La labor prioritaria del profesional es precisamente trabajar por esa confianza día a día. Lo que ha costado años de elaborar puede ser destruido en un día.
- Hacia una refundación del periodismo
Volver a poner el periodismo sobre sus pies. ¿Qué es el verdadero periodismo, cómo debe ser?
Los expertos definen el periodismo de calidad de modos diversos pero que coinciden en un papel clave: ser un supervisor independiente del poder y un servidor de los ciudadanos. Pero además debe aspirar a dar sentido al mundo caótico que nos rodea. Interpreta, analiza y trata de conferir sentido al parloteo que nos rodea.
Por lo tanto, periodismo no es solo actividad mediática y comunicacional. Es a la vez un acto de conocimiento, una actitud filosófica y un compromiso cívico.
Bases para la refundación.
La refundación de los valores éticos y de las prácticas deontológicas en que se sostiene el periodismo. Esto requiere revisitar los valores básicos del periodismo -libertad de expresión, independencia, objetividad, veracidad, etc. -, y adaptarlos a globalidad y a la pluralidad, cada vez más complejas, de la sociedad contemporánea. Y, al mismo tiempo, exige un doble compromiso: a) con un diálogo global permanente con el objetivo de contribuir activamente a la resolución de los grandes los grandes problemas de la humanidad: la realización de los derechos humanos y de la igualdad, la pacificación de las relaciones humanas y el fin de los conflictos bélicos; el cambio climático; el avance responsable de la ciencia, etc.
- La reconstrucción de prácticas y competencias profesionales del periodismo. La cuestión, en este terreno, consiste en responder a un triple reto: a) Un público cada vez más activo y participativo que necesita ser integrado en la producción discursiva de los medios. b) Un entorno de trabajo transformado digitalmente que obligará a compartir -si no, incluso, a delegar- muchas tareas con sistemas automáticos de inteligencia artificial. c) La necesidad de establecer nuevas relaciones de cooperación y colaboración global entre periodistas de todo el planeta.
- El diseño de nuevos modelos de negocio que hagan sostenibles las empresas periodísticas y las iniciativas de servicio público. Lo cual exigirá a) renovar las fuentes de sostenibilidad económica, combinando la obtención de recursos publicitarios con las suscripciones y los recursos provenientes de fondos públicos-; y b) asegurar un empleo de calidad en el sector, y asegurar, de este modo, la independencia editorial.
- La búsqueda de nuevas formas de incardinación del periodismo en la esfera pública democrática. Aquí se trata de renovar las fórmulas del periodismo clásico -la información objetiva, el control de los poderes políticos y económicos, el pluralismo, etc.- y de combinarlo con nuevos servicios al público, tales como el impulso de la vida local, el fortalecimiento de una cultura democrática y científica, la contribución a vida saludable, el fortalecimiento de la diversidad cultural y de las sociedades del aprendizaje, etc.
- Conclusión
Diálogo, convivencia y democracia: una tarea mundial, una tarea para nosotros.
Las tareas del periodismo de calidad son las tareas de la humanización, de hacer del mundo un lugar donde llevar una vida digna. El periodismo no es un fin sino un medio, el medio que contribuye a la vida humana merecedora de tal nombre.
Esa vida nos afecta a todos, sea cual sea la cultura de la que procedamos. Norte y sur, este y oeste, una civilización u otra: la humanidad es una sola y a ella y a esa unidad nos debemos. La base es la convivencia en paz, la aceptación mutua y el trabajo común por esa humanización común.
Esta nueva lucha por la humanización tiene, desde mi punto de vista y en lo que se refiere a la comunicación, algunos principios básicos.
Luchar contra la anonimización de la persona, contra la idea de que podemos convertirnos en un número.
Sobreponerse a las fuerzas de la hipermasificación que impiden nuestra autonomía personal y nos conducen a comportamientos puramente instintivos o pasionales, sin mediación de la razón.
Confrontarse con los procesos de marginación y de estigmatización simbólica que se practica en muchos ámbitos comunicacionales.
Acabar con la mercantilización intensiva de nuestro consumo, nuestro tiempo y en general nuestra vida.
Avanzar hacia esos objetivos puede llamarse humanizar integralmente la esfera de la comunicación.