Los antiguos griegos tenían dos conceptos diferentes de tiempo, kronos y kairós. El primero, el tiempo cuantitativo, que mide el reloj en términos de sucesión diacrónica; el segundo, el tiemps cualitativo, que es percibido según la subjetividad de la experirncia del momento presentr. Nos hemos quedado con el primero porque lo que conocemos como ciencia se ocupa de lo que es objetivable (o que se cree que lo es) y olvidamos el segundo, porque esta misma ciencia ab-horrece la subjetividad o omo mínimo no se atrebe a abordarla (i así nos va). Esta pandemia ha sido designada por Raimon Obiols (un político que es un notable filósofo y pensador) como La Gran Pausa: una interrupción en el kronos al que estamos acostumbrados. Son estas interrupciones las que dan paso a interrogarnos sobre el kairós; por tanto el tiempo presente que vivimos aislados nos obliga a preguntarnos sobre la verdadera calidad de nuestra vida y por tanto sobre la cualidad de nuestra experiencia subjetiva.
No es moco de pavo, como se suele decir. Todo lo que se nos echa encima, que nos inquieta o angustia son signos de esta interrogación sobre la calidad de nuestra vida, que mediada por el kairós nos aparece con toda su verdadera crudeza. Esta es la naturaleza de la desazón en que vivimos, que no tiene otra salida que afrontarlo y mirar si la vida que hemos vivido hasta ahora ha sido la vida que podíamos vivir como es debido.
No es un problema de tener más series para mirar o más libros para leer, es la opción y la necesidad de mirar la vida sin fltros y sentir que nuestra subjetividad profunda, generalmente dejada de lado, nos hace percibir alguna cosa más que sensaciones y emociones. ¿Sabremos ser capaces de vivir así, desnudos i con los ojos del corazón bien abiertos, viendo que no hi hay diferencia entre “exterior” e “interior”, de percibir cuál es el verdadero sabor del vivir sin estss falsss fronteras?