Cada día de internamiento en mi domicilio a causa del estado de alarma por pandemia voy publicando en Facebook una pequeña reflexión que nos pueda situar en un marco digamos moral al respecto.
Ahora es el momento de tomar una actitud que hará que nos tranquilicemos y apreciemos nuestra situación actual:
Miremos lo afortunados que somos por tener una casa, un hogar que podemos llamar nuestro, bien acondicionado, donde vivir dignamente y protegidos.
La enorme suerte de tener una familia, un grupo humano nuclear y cálido, que nos hace ser más de lo que somos, pues en él amamos y somos amados.
La grandísima fortuna de estar vivos, incluso con las enfermedades crónicas que podamos tener, y sentir día a día y momento a momento el fluir de la vida a través nuestro.
El privilegio de estar rodeados de las cosas que nos hacen la vida agradable, que nos permiten expresarnos, los bienes culturales que nos hacen crecer.
El clima humano que hemos creado en nuestro hogar que hace que nuestra familia sea una luz de vibración y calor humanos en medio de un mundo humano.
Simplemente con dar un vistazo a nuestro alrededor más inmediato basta para sentir la enorme suerte que tenemos y cómo deberíamos valorarla.