Nino Sánchez es un cantante y compositor nacido en Salamanca en 1942, que se dio a conocer con dos canciones, Es un pueblo, y El Pizarral, que le convirtieron en la versión castellana de lo que la nova cançó representó en Catalunya. Cuando era estudiante de medicina ganó un importante premio en un festival de canción y, al firmar un contrato con la discográfica Belter, se hizo famoso en toda España. Los miembros del Grup de Folk catalán le consideraron uno de los suyos, junto con otros artistas castellanos como Elisa Serna, Julia León, Adolfo Celdrán y el grupo Canción del Pueblo, y le arroparon en sus actuaciones en Cataluña. Casi 20 años después, Nino, convertido en un exquisito artista de la poesía y la canción, ha publicado un álbum dedicado a la poesía de Miguel de Unamuno, y un servidor ha escrito este texto de presentación para la carpeta del disco.
GABRIEL JARABA
Los pioneros son gentes que se adentran por caminos que nunca han sido recorridos y muestran a los demás la manera de ampliar sus horizontes, de vivir de otra manera y de gustar la libertad. Las más de las veces, la tarea del pionero no es circunstancial sino que consiste en un modo de vida, en una actitud de situarse en el mundo. El precio del pionerismo es el riesgo; el mismo que su aliciente. Pero se equivoca quien piense que la razón de ser del pionero es arriesgarse; lo es, en realidad, su incomodidad con los horizontes cerrados, su intuición de que hay una vida mejor más allá de los límites impuestos o autoimpuestos y su confianza en que, adelantándose él en la travesía abre camino al resto de la humanidad. Por eso el pionero no es otra cosa que un luchador por la libertad en clave pragmática: crea él mismo el camino que desea recorrer. A eso se refería don Antonio Machado en aquel memorable verso.
Nino Sánchez fue un pionero de la canción y lo sigue siendo. Cantó en castellano de un modo diferente y con una intención distinta, cuando quienes lo hacían movidos por ese ánimo lo hacían en el exilio, como Leny Escudero (en esa época el otro cantante de poetas más conocido todavía estaba haciendo de guitarrista de acompañamiento). Y Nino reivindicó la dignidad de los campos de Castilla en un tiempo en que en nombre de la nación castellana se secuestró su lengua y su cultura para usarlas bastardamente para negar el derecho a la existencia de otras naciones. Quienes cantábamos y escribíamos en otros idiomas hispánicos –catalán en mi caso—nos sorprendimos cuando Nino Sánchez irrumpió en el panorama discográfico. Lo hizo de un modo inusual: publicando su primer EP en un sello dedicado a la música más comercial (y a menudo vulgar) del mercado. Sólo con escucharle nos dimos cuenta de que era de los nuestros. Y ese reconocimiento era algo muy valioso en un tiempo en que la soledad y el miedo eran los aliados de la tiranía. Nino no tenía miedo: trató de tu a tu a los cantantes comerciales desde su posición de artista de calidad, comprometido y poético, y en tal condición ganó incluso festivales de la canción. Cuando los cantantes progresistas castellanos y los miembros del Grup de Folk catalanes nos encontramos personalmente, por fin, compartiendo incluso escenario, mostramos públicamente que la diversidad era un elemento de unión y no de división. Al menos nosotros fuimos consecuentes.
Como buen pionero, Nino Sánchez prosigue su ruta en estos tiempos, que como son de confusión reclaman que las voces ancestrales sean escuchadas. Y el cantante ha dirigido su oreja hacia la palabra de Miguel de Unamuno, el hombre que se encaró a los facciosos con su “venceréis pero no convenceréis”, en acto de protesta por el fusilamiento de Atilano Coco, sindicalista, francmasón y pastor protestante de la Iglesia Española Reformada Episcopal (sí, los franquistas asesinaron también cristianos inocentes; sí, hubo y hay castellanos antifascistas). Porque los pioneros no sólo caminan, también saben escuchar. Atentos al rumor del viento entre el follaje del bosque, se orientan y nos orientan afinando sus antenas que captan los signos de los tiempos.
Quizás uno de los signos de este tiempo es que los artistas que hace años han alcanzado la maestría resurjan para recordarnos que más allá no hay monstruos sino libertad, y que los monstruos están ahora aquí entre nosotros. Sobre la palabra alada unamuniana, Nino Sánchez prosigue indicando el camino. Y yo confío en él porque es uno de los nuestros.