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Comuniciación más allá de la tecnología: retos y tareas

herramientas digitales recortado

Este texto es la colaboración que he publicado, como coautor, en el libro Herramientas comunicacionales para educadores, un ebook universitario editado por el Gabinete de Comunicación y Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Esta obra es el resultado de un proceso de reflexión y debate desarrollado por un equipo de estudiantes, investigadores y docentes de la asignatura “Tendencias, ciberperiodismo y lenguajes” del Máster oficial de Periodismo que organiza el Departamento de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (actualmente sustituido por el Máster Universitario de Periodismo e Innovación en Contenidos Digitales), bajo la dirección y el acompañamiento de los profesores Cristina Pulido, Ricardo Carniel, Santiago Giraldo, Xavier Ortuño y Santiago Tejedor. En el marco de un “laboratorio de ideas”, este equipo trabajó durante seis meses con el objetivo de idear una publicación digital que pudiera ser de utilidad para la comunidad académica y para los profesionales del mundo periodístico que trabajan en la búsqueda, conceptualización, producción y distribución de contenidos en el ciberespacio.

Herramientas comunicacionales para educadores puede descargarse gratis en PDF desde este enlace.

GABRIEL JARABA

La tecnología está produciendo no sólo un cambio cultural sino una transformación de la civilización en todos sus aspectos. Se ha consolidado una cultura mediática, organizada en torno a los medios de comunicación en el marco de una digitalización acelerada y global y al mismo tiempo la comunicación adquiere centralidad en el paradigma del conocimiento en el siglo XXI. Comunicación ya no es sólo difusión y persuasión; es el fulcro organizador de las ciencias sociales en el nuevo tiempo. Ello obliga a pensar cómo la comunicación puede ayudar a que la civilización naciente se oriente a la defensa y potenciación de la democracia, una democracia política, económica y social basada en la libertad, el pluralismo, el diálogo y la paz. Para pensar en clave comunicacional y transformar a partir de la comunicación es necesario reflexionar sobre el papel esencial de ésta en la condición humana.

Lo necesario, lo útil y lo esencial

En pleno auge de la carrera espacial durante los años 60, los investigadores de la NASA trataron de inventar una herramienta de escritura utilizable por los astronautas, que funcionase en la ingravidez, no presentase problemas de flujo de tinta, ejerciese un trazo regular y legible y fuera fácil de operar por los pilotos en sus cápsulas espaciales. Se llegaron a proponer y diseñar los más sofisticados dispositivos sin conseguir un resultado satisfactorio. El problema era real y la solución debía ser factible pero no lograron resultado alguno dada la sofisticación y complejidad del ingenio requerido. Los soviéticos la hallaron con facilidad: utilizaron un lápiz.

No sé si la anécdota es cierta pero, como se suele decir, “si non é vero é ben trovato”, y el cuento viene a reafirmar la vigencia de la Navaja de Ockham. Podría utilizarse también otra metáfora, el dicho japonés del dedo que señala la Luna y el tonto que mira a aquél en lugar de fijarse en ésta. El valor de estas historias es que hace que nos centremos en lo esencial de la cuestión relativa a la tecnología: lo relevante no es la artificiosidad del instrumento y la espectacularidad de su desarrollo sino su capacidad de servir a las necesidades humanas.

Comunicación y tecnología han sido consustanciales a la existencia de los seres humanos desde los albores de la humanidad, y la escritura fusionó ambas, desde la escritura cuneiforme hasta los dispositivos digitales. El hombre es un animal simbólico que explica y transforma el mundo mediante ideas y herramientas y vive en una omniabarcante semiosfera sin la cual no sólo no habría historia sino ni siquiera vida. Incluso podemos decir que la  misma tecnología es comunicativa y lingüística, en tanto que la técnica es un concepto llevado a la acción.

La hiperespecialización actual de las ciencias sociales y humanas dificulta la visión de esa constitución esencial, por más que sea lo comunicativo lo que atraviesa longitudinalmente el hecho humano y social en su totalidad. Pero tan pertinente es advertir la huella de lo comunicacional en las disciplinas del conocimiento humano y social como articular la comprensión del mundo en torno a la perspectiva comunicativa. De ahí que hablar de comunicación no signifique limitarse a lo mediático, incluso a la extensión de las tecnologías de la comunicación, sino decir a partir de ella, con Terencio, que nada de lo humano me es ajeno.

Más que un cambio cultural: transformación de la civilización

El actual proceso de digitalización intensiva y globalizada está produciendo no sólo un cambio cultural sino una transformación de la civilización. Estamos en una civilización tecnológica, basada en la digitalización de la información, que produce una cultura mediática, organizada en torno a los medios de comunicación y su convergencia, y que está sometida a un proceso vertiginoso de evolución civilizatoria en una aceleración constante. De este modo, los atributos más característicos de nuestro actual estadio civilizatorio parecen ser la inestabilidad, el cambio y el riesgo asociado a este cambio.

Las consecuencias de semejante cambio aparecen polarizadas en torno a la comunicación y tienden a situar a esta disciplina en el centro del paradigma cultural y cognoscitivo de la nueva etapa que se abre. Algunas de ellas son las siguientes:

Una transformación profunda de los medios, tanto los convencionales como los nuevos, que va a hacer a los primeros casi irreconocibles (de no desaparecer) y va a llevar a los segundos a una relación con el público radicalmente distinta a la conocida hasta ahora.

Una crisis radical del mismísimo concepto de mediación, con el consiguiente impacto en la cultura humana, la cual es inconcebible sin la idea de mediación, que va más allá de la mera comunicación mediada pues constituye un elemento antropológico fundamental y fundacional.

Una polarización de la economía, las relaciones sociales e interpersonales, las transformaciones de las ciudades, la educación, la producción y el consumo, la política, el arte y la cultura en torno a nuevas determinaciones producidas por las tecnologías de la comunicación.

 Una crisis de la democracia, del concepto y práctica de la ciudadanía, de la facultad de ejercicio de las responsabilidades y deberes cívicos y del ejercicio de los derechos humanos a raíz de los profundos cambios sociopolíticos que producirá la combinación del cambio civilizacional con la redistribución del poder geopolítico en el mundo.

Un ascenso de lo que se viene denominando “solucionismo tecnológico” o la atribución a la tecnología de la capacidad de resolver problemas que corresponden a la condición humana y los procesos sociales cuando en realidad lo que hace es construir nuevos modos de reproducción y potenciación de la explotación y el dominio.

Una tendencia progresiva a trasladar el solucionismo a la educación, orientando los estudios universitarios al utilitarismo, convirtiendo la universidad en un mero plantel de formación de gestores de la explotación solucionista y trasladando a la escuela el germen de la fractura social producida por esta nueva etapa del neoliberalismo.

Una profundización de la brecha entre ricos y pobres, que concentra la riqueza del planeta en cada vez.

Una agudización de la tensión en las actuales zonas de conflicto en el mundo y la aparición de nuevas formas de conflicto efectivo o potencial que comprometen seriamente la posibilidad de aproximación e integración de la humanidad abierta por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la fundación de las Naciones Unidas.

Centralidad de la comunicación en el siglo XXI

Estos puntos que acabamos de delinear son “la Luna” a la que señala “el dedo” de la tecnología de la comunicación y su desarrollo en el presente cambio civilizacional. ¿Cuál podría ser “el lápiz” del astronauta que pudiera servir a las necesidades que semejante situación plantea? Probablemente no “menos” comunicación sino “más”: debemos ser consecuentes con la centralidad que adquiere la comunicación en el paradigma del conocimiento en el siglo XXI y orientarla de modo adecuado para que arroje luz sobre las zonas problemáticas a las que la propia comunicación apunta.

A lo largo de la modernidad, desde el siglo XVI hasta el XX, la mirada moderna a la realidad y su expresión epistemológica se ha concretado en formas disciplinares que, si bien son segmentadas, aspiran a dar cuenta de realidades vastas e incluso globales. Las ciencias de la naturaleza, la sociología, las ciencias políticas y económicas, la psicología, la antropología, la lingüística, la cibernética e incluso la filosofía se han ido alternando, e incluso sucediendo, en esa búsqueda cognoscitiva que permitiera aprehender una realidad humana, social y civilizacional progresivamente compleja y a la vez integrada. Con la aparición de las ciencias de la comunicación y el creciente primado de lo comunicacional en la actividad humana hemos llegado a un punto en que la dimensión de la comunicación aparece no sólo como multidisciplinar sino transdisciplinar: quizás deberemos reclamarle que ejerza un papel articulador del conocimiento de lo humano que un día atribuimos a la psicología y la sociología. Será la realidad humana, social y física y la transformación civilizacional lo que determine si tal cosa será posible o deseable. Lo cierto es, en cualquier caso, que la comunicación es ahora mismo un punto de partida válido tanto cognoscitivamente como operativamente para abordar una realidad compleja que va más allá de las teorías de la comunicación y del estudio de la comunicación mediada y sus tecnologías.

Tareas de la comunicación hoy

Estas son algunas de las tareas que aparecen como necesarias hoy y que pueden ser desarrolladas desde ese punto de vista y en el seno de la comunicación:

Desarrollar ambiciosos programas de alfabetización mediática de alcance global, según las directrices de la UNESCO, que no solamente eduquen en el uso de los medios y la información sino que fomenten el espíritu crítico respecto a los contenidos, funciones y responsabilidades sociales de estos.

Aplicar esa mirada crítica a las llamadas fake news —denominadas noticias falsas pero que quizá cabría calificar de pseudonoticias engañosas— y desvelar las imposturas de la utilización fraudulenta de la información al tiempo que impulsamos acciones organizadas de reclamación a las empresas informativas y responsabilización de los informadores.

 Investigar la estructura, desempeños, recepción, géneros, lenguajes y repercusiones de los nuevos medios digitales, especialmente las redes sociales de Internet y la interacción de los smartphones en red y las novedades que todo ello presenta en comparación con los antiguos escenarios de la comunicación de masas  para identificar no solamente nuevas formas de generación de mediaciones y de roles de interacción social sino establecer sus respectivos papeles como medios de comunicación y por tanto sus responsabilidades en términos de emisión y recepción de mensajes en entornos sociales democráticos, no solamente culturales y sociales sino políticos, económicos y tributarios.

Desarrollar, a partir de la alfabetización mediática, y vinculado a esta, el impulso del diálogo intercultural a todos los niveles y entre todo tipo de grupos humanos para tender puentes que superen el desconocimiento, la incomprensión y los prejuicios que están en la base de los conflictos y la separatividad entre los seres humanos.

En este mismo sentido, proponer programas concretos de entendimiento global, que lleven el diálogo intercultural a la superación de conflictos concretos o a la disminución de tensiones en zonas determinadas y que utilicen los medios de comunicación para conseguir esos fines. Hacer llamamientos a los periodistas y profesionales de la comunicación para que se impliquen en esas tareas.

Vincular la comunicación y la educación en una tarea de nivel superior: formar a la infancia en la perspectiva de unas humanidades digitales que reformulen la tradición humanística e ilustrada y la sitúen en la centralidad intelectual y científica de la nueva civilización de manera crítica y activa frente al solucionismo tecnológico y el procedimentalismo que degrada la formación universitaria integral a simple adiestramiento para el desarrollo de habilidades aplicadas.

Defender la escuela de la degradación, promover el aprendizaje continuo y hacer del conjunto de la sociedad una sociedad del aprendizaje para asegurar una buena vida a sus miembros, evitar la exclusión por defecto de formación y garantizar el funcionamiento de la democracia mediante la participación crítica.

Hacer una relectura a la luz de la comunicación en la nueva era digital de disciplinas como la lingüística, la semiótica, la antropología, la teoría de sistemas, el estudio de la conducta humana y otros campos semejantes para que, de modo metadisciplinar, ayuden a construir un nuevo paradigma de conocimiento.

Recuperar la tradición fenomenológica desde Husserl, Dilthey y Gadamer y vincularla a los recientes desarrollos mediológicos de modo que la consideración de los nuevos escenarios de mediación interactiva digital no sean apropiados por parte de utilizaciones tecnocráticas comerciales o mercadotécnicas que pongan el estudio reductivista de estas materias al servicio de intereses privados.

Aproximar los estudios comunicacionales a la investigación en inteligencia artificial, robótica aplicada, operatividad con big data y algoritmos en el campo digital para vincular inseparablemente las nuevas humanidades digitales a la tecnociencia en sus aspectos macro y nano, especialmente en la perspectiva de la generación del “Internet de las cosas” y de los ordenadores cuánticos. Incorporar a la comunicación y sus estudiosos las perspectivas de la física cuántica para salvar, en una síntesis superior, la histórica división del conocimiento en ciencias físicas y ciencias humanas. Trazar líneas de continuidad epistemológica entre filosofía, antropología, psicología, lingüística, sistémica, sociología, política y otras ciencias sociales y humanas y la cibernética, la física cuántica, la nanotecnología y la astronáutica.

Tener como horizonte investigador y guía ética la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el ideal de unificación mundial representado por la Organización de las Naciones Unidas. La tarea parece ingente pero responde a una necesidad factual y a un imperativo intelectual, cognoscitivo y ético. El interrogante es ver de qué modo podemos ser capaces de hacer de la comunicación un verdadero lápiz de astronauta capaz de escribir en el nuevo espacio sociotécnico. En medio de la complejidad e incluso de la perplejidad hemos de empezar a sacarle punta. 5 No debe olvidarse que el desarrollo lógico y al que debe aspirar Internet, de acuerdo con la lógica del progreso tecnológico, es convertirse en una red interplanetaria.

Conclusiones

Lo que en otras épocas se vio a través de las “gafas” de la economía, la psicología, la sociología o la filosofía” se mira ahora mediante la lente conceptual de la comunicación. Mientras la vida se “comunicaliza” lo hace igualmente el pensamiento, no sólo al reflexionar acerca del ser humano en sociedad sino sobre su mismísima constitución y esencialidad. Esa centralidad de la comunicación tiene un precio y supone un reto para los comunicadores:

1. Los comunicadores deberían pensar en sí mismos y en su oficio no en clave de especialización tecnológica sino situándose en la centralidad de las ciencias sociales, en tanto que científicos y filósofos a la vez, para repensar el ser, estar y hacer humanos a la luz del conocimiento global y en clave de prospectiva.

2. Los estudiosos y los profesionales de la comunicación deberían comprometerse con tareas de innovación, acción y transformación social tendentes a producir cambios en el cuerpo social para asegurar la pervivencia de la democracia y su profundización, vinculando comunicación, educación y democracia.

3. Los comunicadores deberían asumir un liderazgo en innovación, ciencia, filosofía y activismo social que pase por establecer qué es lo esencial en la relación entre tecnología, civilización y humanidad y qué tareas impone ello de cara a la consecución de los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas.